Hugo Guerra Arteaga
Escrito porAuthor: Hugo Guerra Arteaga
Periodista, abogado, economista y analista político

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Los rojos siempre son predecibles. En 1848 el Manifiesto Comunista firmado por Marx y Engels proclamaba “Un fantasma recorre Europa: el comunismo…”; y a partir de entonces empezó la tragedia. Hoy ese fantasma, en versión chotana, recorre el Perú presagiando lo peor: una nueva ola de violencia que por desgracia puede llevarnos hasta la guerra civil.

Los hechos son clarísimos. La semana pasada el presidente del Consejo de Ministros, apoyado personalmente por Pedro Castillo, desde palacio de gobierno ha convocado a dirigentes sociales a lanzarse contra otros peruanos, so pretexto de oponerse a un presunto golpe de Estado.

Se ha convocado, así, a la sedición, al quebrantamiento del orden público mediante un alzamiento tumultuario para subvertir por la fuerza el Estado de Derecho. El Ejecutivo quiere impedir con acciones terroristas que avance la investigación de la Fiscalía de la Nación en seis carpetas que parten de la gravísima hipótesis de que el Presidente es el cabecilla de una organización criminal orientada a infiltrar al Estado para saquearlo desde dentro; y que esa mafia es esencialmente de naturaleza familiar.

Nunca en la historia republicana bicentenaria se había visto una situación de este magnitud y escándalo. El único antecedente de barbarie semejante a lo que hoy ocurre data del soliviantado mes de julio de 1872, cuando el pueblo colgó a los hermanos Gutiérrez por golpistas y miserables. Después solo se ha investigado y sancionado a exmandatarios.

¿De dónde pretenden sacar secuaces Castillo y Torres? Pues aparentemente de grupos de falsos ronderos vinculados al narcotráfico del opio, narcoterroristas del Vraem, senderistas reciclados, ex emerretistas agrupados en el actual ML – 19, eventualmente de sicarios extranjeros (sobre todo bolivianos, cubanos y venezolanos) y de grupúsculos idiotizados con la ideología extremista. Mientras tanto más del 70% del pueblo desprecia al gobierno y literalmente odia a quien humilla constantemente a militares y policías con apoyo de ministros que serán oportunamente juzgados como cómplices del corrupto.

Hasta hoy los demócratas optan por las protesta pacíficas y, pese a lo que digan algunas encuestas, confían en que la crisis termine por vía congresal. Pero que quede en claro, la nuestra no es nación de mansos ni cobardes. Entonces el primer atentado que perpetren los castillistas será detonante para el estallido de la violencia y que las Fuerzas Armadas intervengan al amparo de los artículos 137 y 165 de la Constitución para garantizar la paz interna del país.

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