napoleon

“El enemigo, que se contaba por miles, fue implacable, rodeó al emperador y a sus hombres quienes, tras una valiente, pero inútil defensa, se vieron finalmente obligados a emprender la retirada”.

¿Waterloo, estarán pensando? No exactamente. La derrota más humillante y menos conocida del emperador de los franceses llegó ocho años antes a manos, bueno a patas, de una implacable horda de conejos.

El extraño acontecimiento ocurrió en julio de 1807, después de que Napoleón firmara los Tratados de Tilsit, que pusieron fin a la guerra entre los imperios Francés y Ruso. Para celebrar la ocasión, el emperador propuso una cacería de conejos con sus hombres, militares veteranos todos. Siendo un hombre ocupado, puso a su jefe de personal y mano derecha, Alexandre Berthier, a cargo de la organización del evento.

Gran error.

Berthier se dispuso a recolectar conejos para la cacería, pero como no estaba acostumbrado a realizar las cosas de manera modesta, se fue un poco más allá y recolectó varios cientos de conejos, algunos afirman que hasta 3.000. En cualquier caso, era un número de conejos considerable ya que Berthier quería impresionar a su emperador.

El día del evento, los hombres de Berthier reunieron a los conejos y los colocaron en jaulas a lo largo de los límites de un campo enorme. Cuando, tras un almuerzo al aire libre, llegaron Napoleón y sus invitados, soltaron a los blandos prisioneros y se dió por iniciada la cacería.

Pero entonces sucedió algo extraño: los conejos no se alejaron corriendo asustados. Todo lo contrario: se lanzaron hacia Napoleón y sus hombres, como si se tratase de revolucionarios asaltando la Bastilla.

Inicialmente, los franceses se rieron mucho de lo absolutamente absurdo de todo, ¿quién no? Pero a medida que llegaban más y más conejos, sus risas se convirtieron en seriedad y miedo genuinos. El emperador y sus hombres, intentaron “formar cuadros” para repeler el ataque, lanzando cualquier cosa que tuvieran a mano: fustas, palos y mosquetes, pero las criaturas seguían viniendo, y viniendo, y él y sus hombres se vieron ampliamente superados en número.

Comprendiendo que era una batalla que no iba a poder ganar, Napoleón ordenó la retirada a lo que supuso sería la seguridad de sus carruajes. ¡Pero no tan rápido, monsieur! La avalancha de conejos los siguió. Según el historiador David Chandler “Con una mejor comprensión de la estrategia napoleónica que la mayoría de sus generales, la horda de conejos se dividió en dos alas y rodeó los flancos franceses dirigiéndose hacia el carruaje imperial”.

Los cocheros usaron sus látigos en un esfuerzo por detener el asalto, pero fue en vano. En poco tiempo, la horda alcanzó nuevamente al emperador y comenzó a querer trepar por sus piernas. Algunos de los conejos incluso saltaron a su carruaje según se cuenta, aunque nos resulte inverosímil esto último. El ataque terminó sólo cuando el carruaje se alejó, con Napoleón, según la tradición, arrojando conejos por las ventanas de su coche mientras se retiraba. El hombre que dominaba Europa no había sido rival para los conejos.

Entonces, se preguntarán: ¿Por qué “atacaron” los conejos? Bueno, la culpa fue de Berthier. Aunque pudo haber sido talentoso en asuntos militares, claramente era un ignorante en lo que respecta a la crianza de animales. En lugar de cazar y atrapar liebres salvajes, tomó el camino más fácil y ordenó a sus hombres que consiguieran conejos domesticados criados por granjeros en los pueblos cercanos.

El problema era que, a diferencia de los conejos salvajes que escapan instintivamente ante la aparición de alguna amenaza, los conejos de granja no temían a las personas. Por el contrario se acercan a ellas porque creen que les darán de comer. Para empeorar las cosas, probablemente Berthier no había ordenado darles de comer. Al salir de sus jaulas y ver a Napoleón y su grupo de caza, asumieron que les darían de comer, al igual que los granjeros que los criaban. Y quiénes criamos conejos sabemos que estos suelen ser bastante “avezados” con el estómago vacío llegando a mordisquear todo lo que se ponga a su alcance. Cuando notaron que esos hombres gallardamente vestidos no les traían verduras y zanahorias crujientes, bueno, los pequeños animalitos se debieron poner un poco irritados y consiguieron algo que ni austriacos, rusos y prusianos habían conseguido hasta ese momento, poner en franca retirada al Gran Corso.


kennedy 1Si bien todos conocen a John F. Kennedy, el presidente más popular en la historia estadounidense moderna, pocos recuerdan a su hijo John F. Kennedy Jr., quien estaba en un meteórico ascenso a la fama al igual que su padre. Desafortunadamente, su tiempo en este mundo se vio interrumpido cuando tuvo un trágico accidente en 1999, al igual que la princesa Diana dos años antes.

John F. Kennedy Jr. es el único entre todos los demás hijos de los presidentes en la historia que nació durante el mandato de su padre. El 25 de noviembre de 1960, John F. Kennedy Jr. llegó al mundo dos semanas después de que su padre fuera elegido presidente. Su nacimiento recibió mucha atención de la prensa que ya estaba obsesionada con su madre, Jackie Kennedy.

Años después de su nacimiento, Jacqueline Kennedy en una entrevista que lamentó haber llamado dijo a su hijo con el mismo nombre que su padre, ya que creía que eso atraía una atención extra no deseada hacia él donde quería que fuera. Él, además, sintió la presión de ser comparada con su padre constantemente.

A pesar del trágico asesinato de su padre, John F. Kennedy Jr. se crió en la riqueza y el lujo gracias a que la familia de su madre era una de las más ricas de Estados Unidos en ese momento. Antes de que Jacqueline Kennedy se convirtiera en la esposa de John F. Kennedy, ella era Jacqueline Bouvier. Los Bouvier eran dueños de un imperio financiero y originalmente habían emigrado a los EE. UU. desde Canadá.

Al igual que los Vanderbilt, que alguna vez fueron la familia más rica de Estados Unidos, los Bouvier también fueron considerados miembros de la realeza. Para cuando John F. Kennedy Jr. creció, la familia de su madre ya había dejado atrás sus mejores días y la mayoría de los miembros del clan vivían en una gloria que se desvanecía. John Jr. nunca se jactó de su linaje y la mayor parte del tiempo lo pasó ocupado entre su práctica legal y la edición de su revista.kennedy 2

Debido a que nació en uno de los momentos más cruciales para su familia, el pequeño John Jr. creció corriendo por la Casa Blanca mientras su padre era presidente, durante los primeros tres años de su vida. El personal de la Casa Blanca era bastante complaciente con él.

Cuando era pequeño, John F. Kennedy Jr. era bastante activo y el personal de la Casa Blanca a menudo lo encontraba jugando alrededor del escritorio presidencial. Viendo la adorable imagen de arriba, no es difícil de entender por qué era un niño tan mimado y querido por todos.

INDEPENDIENTE Y MUERIEGO

A pesar de haber nacido en una de las familias más reconocidas de Estados Unidos, John F. Kennedy Jr. siempre fue un hombre independiente hasta el día de su muerte. Desde muy joven estuvo constantemente involucrado en obras de voluntariado y caridad. Incluso visitó diferentes países en todo el mundo con multas solidarias.

kennedy 3Algunas de sus travesías más importantes fueron a Guatemala, Sudáfrica e India, donde conocieron a la Madre Teresa en persona. John Jr. realmente trabajó por tener su propia reputación, en lugar de confianza en su apellido como muchos en su posición.

A pesar de ser un buen estudiante, John F. Kennedy Jr. tuvo dificultades con sus estudios de derecho después de graduarse.

Al igual que su padre, JFK Jr. tuvo mucho éxito con las damas gracias a su buena apariencia y su personalidad magnética. Por supuesto, el hecho de que proviniera de una de las familias más ricas y tuviera uno de los nombres más reconocibles de Estados Unidos definitivamente ayudó.

A lo largo de los años, John F. Kennedy Jr. salió con algunas de las personalidades más importantes y brillantes de su tiempo, incluidas Brooke Shields, Daryl Hannah, Sarah Jessica Parker, Christina Haag y Cindy Crawford. Después de una larga serie de relaciones de alto perfil, finalmente terminó casándose con la diseñadora de moda, Carolyn Bessette.

JFK Jr. y Bessette fueron personas exitosas en sus respectivas carreras, lo que los convirtieron en una de las parejas más poderosas y destacadas de su tiempo. Como tal, los paparazzi siguieron todos sus movimientos desde el momento en que salían de su casa.

Cuando JFK Jr. y Carolyn Bessette comenzaron a salir, ambos estaban de acuerdo en mantener su vida privada alejada de los medios tanto como fuera posible. Pero a pesar de sus mejores esfuerzos, la pareja a menudo se vio acosada por los paparazzi sin importar cuánto lo evitaran.

Si bien casarse con un miembro de la familia Kennedy era un sueño hecho realidad para muchas mujeres, Carolyn Bessette tuvo dificultades para adaptarse a su nueva vida. Trabajaba para Calvin Klein cuando comenzó a salir con John F. Kennedy Jr., pero dejó la empresa cuando se consiguió con él. Sin embargo, se encontró en una situación difícil profesionalmente después de su boda.

Al igual que el legendario romance del príncipe Carlos y la princesa Diana, la relación de JFK Jr. y Carolyn Bessette también estuvo llena de drama. Aunque la pareja estaba perdidamente enamorada, Bessette inicialmente estaba muy preocupada por decir “sí” a la propuesta de matrimonio de JFK Jr.; ella sabía que una relación así cambiaría su vida de forma permanente y tenía toda la razón.

La pareja vivió junta durante un año antes de que Kennedy finalmente decidiera pedirle la mano a Bessette en matrimonio. Antes de eso, la pareja trabajó codo a codo para la exitosa publicación de la revista George, que se suponía que sería su legado.

CRÓNICAS DE UNA TRAGEDIAkennedy 3 2

JFK Jr. y Carolyn se dirigieron a la boda de su primo Rory, el 16 de julio de 1999. La hermana de Bessette, Lauren, también estaba en el avión junto con la pareja.

JFK Jr. despegó de un aeropuerto de Nueva Jersey en un pequeño Cessna que había comprado un par de meses antes. Volando sin experiencia de noche, JFK Jr. perdió el control del avión y se estrelló aproximadamente una hora después de haber despegado. Pasarían tres días antes de que se encontraran los escombros y se recuperaran los cuerpos; JFK Jr. estaba todavía atado a la silla del piloto. Tenía tan solo 38 años.

Una vez que el shock de la tragedia comenzó a pasar, los familiares de las víctimas, así como también las fuerzas del orden, comenzaron a indagar profundamente para conocer la causa del accidente. Inicialmente, se sospechó que el avión no podría haber recibido el mantenimiento adecuado, lo que llevó a las trágicas circunstancias. Sin embargo, tras una minuciosa investigación, no se pudo encontrar ningún problema técnico.

Al final, todos acordaron unilateralmente que si alguien tuviera la culpa, era John F. Kennedy Jr.; aunque estaba confiado, no tenía las horas de vuelo ni la experiencia necesaria para hacer un vuelo nocturno sobre un cuerpo de agua. Se supone que una combinación de la experiencia de pilotaje de JFK Jr., el mal tiempo, el estrés psicológico y la falta de un plan de vuelo contribuirán a la tragedia.

(*) Publicado por: https://en.showsnob.com/


globe

El 16 de agosto de 1926, en Illinois, EEUU, el entrenador Abraham Saperstein decide que su equipo de Básquet, el Savoy Big Five, abandone el profesionalismo para dedicarse a recorrer el mundo mezclando Básquet, show y humor, ese día nacían los "Harlem Globetrotters".

Abe Saperstein se hizo cargo de los Savoy Big Five, un equipo destinado a desaparecer ya que por estar integrado solo por jugadores afroamericanos no conseguía ser admitido en ningún campeonato.

A principios de 1926 decide disputar partidos de manera independiente, desafiando a equipos profesionales, el hecho que los ganara todos elevó su prestigio logrando que fueran contratados para desafíos en otros estados.

Abe aceptó que ese era el destino de su equipo y elevó la apuesta, convenció a sus compañeros de cambiar el nombre, para reforzar su identificación con la raza de sus integrantes e incluyen el nombre de "Harlem" (barrio negro de New York) y el de Globetrotters (Trotamundos) para describir su internacionalidad.

En un principio jugaban realmente en serio, destrozaban a sus rivales, incluso a equipos profesionales, su reputación fue en aumento y sus presentaciones llenaban estadios. Para dar más show a los espectadores pautaban con sus rivales pequeños "permisos" y durante algunos minutos determinados se dedicaban a pequeños gags, como malabares, discusiones con los árbitros, interactuar con el público o falsas peleas entre sus integrantes.

Esto que surgió como un "agregado" al show, se convirtió en su marca, y aunque no se notara, el partido en sí, era en serio, el hecho que ganaran siempre lo hacía parecer parte del espectáculo pero sus rivales se esforzaban en vano. A lo largo de su historia, solo perdieron 4 partidos.

Cuando notaron que los niños los amaban, redireccionaron sus gags y humoradas, para hacerlas más familiares, su tradicional uniforme se vendía más que los de los equipos con franquicia; sin jugar ningún campeonato era las verdaderas estrellas del Básquet.

Entre sus mejores jugadores se destacaron Wilt Chamberlain, Marques Haynes, Meadowlark Lemon y Goose Tatum, estos al no estar bajo la presión profesional crearon coreografías, malabares, jugadas y volcadas que fueron asimiladas e imitadas por jugadores de la NBA.

A lo largo de su historia en su recorrida por 120 países disputaron más de 20 mil partidos... y sí, solo perdieron 4.

Escrito porAuthor: José Luis Vargas Sifuentes

Nuestra heroina de ébano

La historia del Perú está llena de hechos heroicos protagonizados por mujeres, pero son poco conocidos y la mayoría minimizados en los textos escolares, suponemos que por el simple hecho de pertenecer al ‘sexo débil’.

Uno de esos tantos casos fue el protagonizado hace 137 años, en este caso por una mujer de raza negra, que no ha recibido la atención ni los honores que le corresponden.

Ocurrió a fines de la infausta Guerra del Pacífico (1879-1883) y tuvo por escenario el distrito de San José de Los Molinos, provincia y departamento de Ica.

La heroína fue Catalina Buendía de Pecho, a quien no se le rinden los honores que merece, como a muchas otras que lucharon durante la guerra independentista.

Son escasos los datos biográficos sobre ella. Los pocos testimonios que se conocen son a través de la tradición oral de los habitantes de Los Molinos, un pacífico pueblo del valle iqueño, creado el 14 de noviembre de 1876 en la margen izquierda del río Ica, y paso obligado hacia la sierra.

Se desconoce la fecha de su nacimiento, pero desde niña demostró un profundo fervor patriótico. Se afincó en Los Molinos y dedicó a la cosecha de algodón. Se casó con el agricultor José La Rosa Pecho, con quien tuvo un hijo llamado Hilario. Era una mujer alta, musculosa e imponente y de carácter fuerte, con cualidades de liderazgo, y era muy respetada por sus coterráneos.

Cuando los chilenos invadieron nuestro país y una parte de su ejército se dirigía a la sierra, Catalina organizó a los vecinos para impedir que cruzaran por el lugar. Con escopetas, hondas, barretas y otras armas caseras improvisadas ocuparon El Cerrillo, a 3 km de la plaza.

Todos trabajaron día y noche bajo sus órdenes. Los hombres construyendo fortines, abriendo zanjas e improvisando catapultas; las mujeres, cargando herramientas y arena para los costales de la línea de resistencia, y los niños llevando en sus limetas chicha de jora.

Enarbolando nuestra bandera bicolor, Catalina Buendía los arengaba gritando: “¡No pasarán!, ¡no pasarán!, ¡viva el Perú!”

La mañana del 20 de noviembre de 1883 apareció la caballería chilena seguida de la infantería y la artillería ligera en ordenada marcha. Su presencia atemorizaba y disuadía cualquier intento de rechazo u oposición de los pueblos.

Pero en Los Molinos fueron recibidos con una lluvia de piedras lanzadas desde el cerro, una descarga de escopetería y el tumultuoso empuje de una masa afiebrada, que descontroló y desbocó a sus jinetes e impidió el accionar de infantes y artilleros. Sobre ese caos los combatientes iqueños se abalanzaron, lucharon cuerpo a cuerpo con machete y cuchillo contra los invasores; les ocasionaron numerosas bajas y obligaron a retroceder.

Después de ese hecho el lugareño Chang Joo, de ascendencia china, se vendió a los chilenos y les dio información sobre la ubicación de los patriotas iqueños y la forma de atacarlos por la retaguardia y por sorpresa. La traición causó una sangrienta derrota para los nuestros. Al verse perdidos apareció Catalina tratando suspender la matanza. Portando una bandera blanca gritó: "¡Paz! ¡Queremos paz honrosa! ¡No más sangre!"

Entre la polvareda y las balas, con el traje rasgado, el rostro herido y sudorosa, se dirigió al jefe de la tropa enemiga, cuyo nombre no ha sido registrado, y le propuso una paz honrosa. El jefe chileno aceptó la propuesta y se comprometió a respetar los derechos de los insurrectos.

A una señal de Catalina, sus hombres bajaron del cerro y depusieron sus armas. Cuando el último de ellos dejó caer la suya, el jefe militar, desconociendo su promesa, ordenó a sus hombres que dispararan contra los inermes rendidos.

Disimulando su dolor por la muerte de sus hombres, Catalina alabó el triunfo del militar chileno y le ofreció brindar con la ‘chicha de la victoria’ que, dijo, había preparado para sus hombres. Para convencerlo, cogió una jarra de chicha de jora -previamente envenenada con la savia del arbusto ‘piñón’-, se sirvió un vaso y la bebió con serenidad.

Convencido, el militar chileno bebió también y pasó el recipiente a sus hombres, quienes, por el calor y la fatiga, aceptaron beberla. Poco después, uno de ellos notó que su jefe se desplomaba. “¡La chicha está envenenada!", gritó.

Tras algunos minutos, Catalina se desplomó violentamente, y el oficial moribundo le disparó un tiro a la cabeza. Ambos cayeron muertos al igual que muchos soldados chilenos.

Solo el Instituto de Educación Superior Tecnológico Público de Ica y un colegio mixto fundado en 1966 llevan su nombre.


Plasma convaleciente

Hasta la fecha, no existe un tratamiento o vacuna contra el covid-19. Ante la pandemia del coronavirus, expertos de todo el mundo están usando las técnicas más avanzadas para encontrar un tratamiento contra la enfermedad covid-19. Hay, sin embargo, un grupo que le apuesta a una técnica que existe desde hace más de un siglo.

Se trata de la terapia con plasma convaleciente, un procedimiento que se ha ensayado durante otras pandemias y que ahora un grupo de médicos está utilizando para brindarles una esperanza a las personas que corren el riesgo de morir a causa del covid-19.

El principio es sencillo: hacer transfusiones de plasma de la sangre de quienes ya se han recuperado de la enfermedad a pacientes que estén batallando contra ella.

¿Cómo funciona esta técnica y por qué prestigiosos médicos y científicos creen que podría funcionar?

El plasma es el suero o porción líquida que queda después de que se hayan removido los glóbulos rojos, las plaquetas y otros componentes celulares de la sangre. Este líquido contiene agua, sales, anticuerpos y otras proteínas y usualmente se utiliza en terapias para personas con deficiencias del sistema inmune, hemofilia o que hayan sufrido traumas como quemaduras o mordeduras de animales con rabia.

Antes de que se descubrieran los antibióticos, el plasma también era un tratamiento común para combatir infecciones bacteriales. Hay registros de que durante la pandemia de gripe de 1918, más de 1.700 personas recibieron transfusiones de plasma, pero es difícil determinar qué tan efectivas fueron con base en los estándares de la medicina de hoy.

¿Cómo funciona?

Cuando una persona tiene una infección, su organismo reacciona creando anticuerpos para defenderse. Una vez la persona se recupera, esos anticuerpos quedan almacenados en el plasma durante semanas o incluso años.

La terapia de transfusión de plasma convaleciente se basa en que el enfermo reciba los anticuerpos que ya vencieron al virus en otra persona. Los expertos también le llaman "terapia de anticuerpos pasiva", porque en vez de esperar a que el organismo cree sus propios anticuerpos, como ocurre con las vacunas, aquí se trata de irrigar su sangre con un plasma que ya tiene los tiene.

¿Por qué intentarlo ahora?

La técnica del plasma convaleciente ya se ha estudiado en epidemias de otras enfermedades respiratorias como la del SARS en 2003, la gripe H1N1 en 2009 y la de MERS en 2012.

La Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés) considera que el plasma convaleciente es un tratamiento "prometedor" y ya autorizó que se utilice en pacientes de covid-19 que enfrenten "amenazas severas o inmediatas para su vida".

Varios hospitales de Estados Unidos están recibiendo donaciones de plasma de pacientes recuperados de covid-19 para trasplantarla a pacientes enfermos.

La misma FDA, sin embargo, se refiere a la terapia de plasma como un "tratamiento en investigación" que "no ha mostrado ser efectivo en todas las enfermedades en las que se ha estudiado".

5 lugares que han aplicado estrategias exitosas

La agencia, dependiente del Departamento de Salud de EE.UU., dice que es importante hacer ensayos clínicos para determinar si el plasma convaleciente es "seguro y efectivo" para tratar a pacientes de covid-19, y esa es la tarea que se puso un grupo de investigadores del país.

"La historia nos da optimismo, pero tenemos que probarlo con el coronavirus", le dice a BBC Mundo el médico inmunólogo Arturo Casadevall, jefe del Departamento de Microbiología Molecular e Inmunología en la Universidad Johns Hopkins.

Casadevall es el líder de un proyecto que reúne a 34 hospitales y universidades de 17 estados EE.UU. que se preparan para hacer pruebas clínicas de plasma convaleciente en pacientes de covid-19.

Este proyecto se basa en recibir donaciones de plasma de personas que ya se hayan recuperado de la enfermedad. Instituciones prestigiosas como la Universidad Johns Hopkins, la Escuela de Medicina Mount Sinai y la Clínica Mayo están involucradas en el proyecto.

Aunque algunos hospitales en Nueva York ya comenzaron a aplicarles plasma convaleciente a pacientes de covid-19, Casadevall advierte que lo más importante es hacer pruebas clínicas controladas.

El médico se refiere a que en medio de las pandemias siempre se ha usado plasma, pero nunca se han hecho pruebas en las que se comparen los resultados de quienes reciben el plasma con un grupo de control que reciba un placebo.

Los integrantes del proyecto están a la espera de que en los próximos días la FDA les de autorización para hacer estas pruebas.

En países como Reino Unido y Colombia también están en marcha planes para hacer pruebas clínicas controladas con plasma convaleciente. Los resultados de estos ensayos servirán para probar la efectividad de la técnica, así como para saber si tiene mejores resultados como tratamiento preventivo, como algo que se deba hacer durante las primeras etapas de la enfermedad o como un último recurso en pacientes graves.

También será clave responder preguntas acerca de la cantidad de anticuerpos necesaria, cuánto tardan los pacientes en mostrar una reacción positiva y qué tan duradera es la protección que podrían desarrollar.

Esperanza

Durante esta pandemia de Coronavirus, en China ya se hicieron estudios que mostraron que el trasplante de plasma puede tener buenos resultados. Estas pruebas, sin embargo, no se llevaron a cabo con un grupo de control.

"Aún no se conoce si el plasma convaleciente es efectivo para el covid-19, pero hay datos aislados que sugieren que lo podría serlo", le dice a BBC Mundo el médico inmunólogo especialista en trasplantes Joaquín Madrenas, director científico del Instituto Lundquist, afiliado a la Escuela de Medicina de la Universidad de California en Los Ángeles, donde también es profesor.

"Dada la incertidumbre sobre el plasma convaleciente, su uso se considera aún experimental y por ello son necesarios estudios controlados que demuestren o descarten su eficacia", dice Madrenas.

Casadevall, por su parte, advierte que los resultados de estas pruebas pueden tardar "varias semanas" y aunque es escéptico, tiene un tono optimista.

"La historia de la terapia de plasma da esperanza, pero hasta que no hagamos la prueba clínica no tendremos certeza".

(*) Publicado por BBC de Londres


Orson Wells

Un 30 de octubre, pero de hace 81 años, el célebre personaje entraba en el Estudio Uno de la CBS para narrar en directo la adaptación de la novela de H.G. Wells y poner el planeta a merced de los alienígenas.

Hoy día resulta impensable concebir que un fenómeno tan extraordinario como el que aconteció un 30 de octubre de 1938 pudiera volver a suceder. Hace 82 años un joven Orson Welles ponía el mundo patas arriba al provocar el pánico entre miles de personas, convencidas de que Estados Unidos estaba siendo invadida por un ejército de alienígenas.

Alrededor de las ocho de la tarde, el Estudio Uno de la Columbia Broadcasting en Nueva York se convertía en el escenario donde Welles iba a interpretar, acompañado de la compañía teatral Mercury que el mismo dirigía, la novela del escritor británico H.G. Wells, «La guerra de los mundos».

Tan solo unos meses después de que la popular emisora CBS le ofreciera llevar a cabo un programa semanal basado en la dramatización de obras literarias, Welles lograba dejar los 59 minutos de radio más famosos de la historia. En un contexto marcado por la Gran Depresión, el locutor norteamericano pensó que tal adaptación contada en forma de noticiario de última hora calaría en el seno de la audiencia. Y vaya si lo hizo.

A pesar de que «la Columbia Broadcasting System (C.B.S.) y sus estaciones asociadas» habían presentado al inicio del programa tanto a Orson Welles como al Mercury Theatre en la adaptación de «La guerra de los mundos» de H. G. Wells, muchos radioyentes sintonizaron más tarde la emisión o, simplemente, no prestaron la suficiente atención a una simple introducción de lo que parecía un programa cualquiera.

Así, en plena víspera de Halloween, tan solo tuvo que prender la mecha con un comienzo espeluznante: «Señoras y señores, interrumpimos nuestro programa de baile para comunicarles una noticia de último minuto procedente de la agencia Intercontinental Radio. El profesor Farrel del Observatorio de Mount Jennings de Chicago reporta que se ha observado en el planeta Marte algunas explosiones que se dirigen a la Tierra con enorme rapidez... Continuaremos informando».

Tras el primer corte y para darle aún mayor veracidad a la noticia, Welles retomaba la supuesta emisión de una orquesta desde el Hotel Meridian Plaza para volver a parar a medida que la ficticia invasión extraterrestre se iba desarrollando, «damas y caballeros, tengo que anunciarles una grave noticia. Por increíble que parezca, tanto las observaciones científicas como la más palpable realidad nos obligan a creer que los extraños seres que han aterrizado esta noche en una zona rural de Jersey son la vanguardia de un ejército invasor procedente del planeta Marte...»

Alrededor de 12 millones de personas escucharon la transmisión. Las interrupciones eran cada vez más frecuentes y con un mayor tono de alarmismo, como prueba la secuencia del personaje Carl Philips desde Grovers Mill, en el Estado de Nueva Jersey, donde supuestamente se estaba sucediendo el aterrizaje: «Señoras y señores, esto es lo más terrorífico que nunca he presenciado... ¡Espera un minuto! Alguien está avanzando desde el fondo del hoyo. Alguien... o algo. Puedo ver escudriñando desde ese hoyo negro dos discos luminosos... ¿Son ojos? Puede que sean una cara. Puede que sea...».

Los datos de audiencia estiman que cerca de 12 millones de personas escucharon la transmisión y otras tantas cayeron presa del pánico abandonando sus casas y colapsando carreteras, estaciones o comisarías de policía. Los teléfonos de emergencia echaron humo durante varias horas recibiendo multitud de mensajes que decían haber visto a los extraterrestres. El polémico acontecimiento, que terminaba con la «muerte» del propio Orson Welles a causa de los gases que emanaban los invasores, pudo ser el fin de su fulgurante carrera, pero visto en perspectiva, aquello, en realidad, no fue más que el inicio de su leyenda.

(*) Publicado por ABC de España

Espacio Publicitario