Muchos enarbolan hoy en día el adelanto de elecciones, como algo bueno. Pero preocupa si ello solo se considera como una sanción para el Congreso.
En lo personal, quisiera decirles varias cosas a muchos congresistas y verlos alejados de tales cargos, pues no se espera nada bueno de ellos.
Pero, no se debería enarbolar una medida tan fuerte, como modificar la Constitución y hacer el adelanto de elecciones solo por patearlos.
Si pretendemos liberarnos de quienes hoy no tienen qué ofrecerle al país, deberíamos considerar si las elecciones en corto tiempo, aseguran mejorar esa condición.
El tema fundamental, es que deseamos ahorrar un año y debemos evitar el riesgo de quedar frente a cinco años próximos en iguales condiciones, como las de ahora.
¿Qué debemos desear del próximo gobierno, que quizá en elecciones cortas, no se consigan? En realidad muchas cosas.
Por ejemplo diálogos, alianzas, reconciliaciones y sumas que eviten se reproduzcan los odios y resentimientos post electorales, que devienen en enfrentamientos desde que se inicia el gobierno y destruyen la gobernabilidad.
Se requieren tener varias opciones serias: no solo más de 25 partidos inscritos, si no por los menos unos tres o cuatro programas de gobierno serios, armados por profesionales y con equipos detrás. Y no solo improvisar los típicos copia y pega.
Se requieren análisis y debates serios, que permitan conformar cuadros y equipos de personas capaces y no solo aventureros o dueños de mucho dinero, que podrán seducir con regalos y marketing; pero, que no tendrán nada serio que ofrecer.
Se tiene que tener tiempo para vigilar, investigar y reglamentar las normas y evitar que lleguen a la política dinero proveniente del blanqueo de dinero de diversos ilícitos y personajes que invierten para eludir a la justicia.
Es evidente que corriendo y contra el tiempo, no se podrá sumar condiciones para mejorar nuestras opciones políticas. Todo se hará a la carrera, sin mucho pensar sin mucho debatir sin mucho planificar, sin mucho organizar y todo superficialmente. Precisamente, como no debería de ser.
Es verdad que estamos mal y queremos resolverlo, desde hace tiempo; pero, por apuro o hasta desesperación, no nos pongamos la soga en el cuello.