Me divierte mucho el escandalete que la existencia de la Coordinadora Republicana provoca entre los mastines del pensamiento único de la izquierda progre-caviar.
Hace algunos meses ciudadanos de diversas tendencias políticas e ideológicas nos reunimos para definir cómo contribuir a que la precaria democracia peruana no siga degradándose y advertir sobre la inminencia de un golpe de Estado.
Así pusimos las bases de lo que esperamos sea un centro de reflexión que pueda emitir pronunciamientos y advertencias sobre la dramática situación política nacional y el encrispado contexto regional.
Desde los primeros documentos publicados no nos hemos equivocado; por ejemplo vivimos ya el golpe de Estado vía la inconstitucional “disolución” del Congreso. También hemos advertido de la grave inconveniencia de un acuerdo vendepatria en el caso Lava Jato y señalamos el riesgo de una Constituyente que imponga un sistema socializante.
La CR está en vías de consolidarse como ONG y no recibe un sol de nadie. Sí trata de llamar la atención de la prensa internacional -porque mayoritariamente la local nos ignora por orden del régimen- y de las delegaciones extranjeras, que deben dar a conocer al mundo la verdadera tragedia de una República donde se ha perdido el imperio del Derecho.
No pretendemos ser un partido político, ni una coalición. Cada miembro es libre de militar en la agrupación que desee o postular al cargo que quiera, como también de abstenerse de la actividad gubernamental. Como dice Ántero Flores, estamos unidos en lo esencial dentro de la diversidad.
Pero eso nos está costando persecución grosera de la Diviac y los servicios de inteligencia, ataques de la maquinaria mediática del Gobierno e injurias y agravios en las redes sociales de los jabalíes y ballenas que actúan como perros de presa del régimen.
Fieles a los postulados de Herbert Marcuse esa lacra, enquistada en la prensa subvencionada por el gobierno, cree en el pensamiento unidimensional y nos amenaza con denuncias fiscales, bloqueo de postulaciones para cargos públicos, etc. Es decir que el aparato totalitario quiere desaparecernos incluso antes de terminar de nacer.
Clásico de clásicos, habremos de luchar, denunciaremos la historia oculta de personajes y hechos lesivos para el interés nacional y, bueno pues, habrá que litigar. Si un arponazo ocasional desflema el cebo de algún roji caviar, qué pena.
La democracia peruana vale mucho más que el ego de mal nacidos que tanto daño ya han hecho a nuestra patria.