I
Los que realmente saben de fútbol, me refiero a Bielsa, Guardiola, Cruyff, señalan que el 80 por ciento de un partido se define en la mentalidad de los jugadores. El resto puede ser talento, juego de conjunto, errores bien aprovechados o simple azar, pero la actitud mental define.
Como el Perú es el territorio sin memoria ya hemos olvidado que una clave fundamental de la clasificación a Rusia 2018 estuvo en el cambio de mentalidad de los jugadores, en el trabajo que se hizo para dotarlos de actitud y no sentirse menos que los rivales. Sirvió muchísimo. Tanto que un equipo joven le sacó un empate a Argentina en La Bombonera, se le paró a Uruguay en el Centenario, goleó en Asunción, ganó en Quito. Y ese mismo equipo fue dos veces semifinalista de la Copa América.
En estos tres partidos de la Copa América, y en los amistosos anteriores, volvió el equipo temeroso, sin dinámica, con jugadores que no se muestran a recibir los pases, que se esconden, que no luchan. ¿Se han preguntado por qué? Hay una pregunta que nadie ha hecho, especialmente los periodistas deportivos que tienen la tarea profesional de observar a la selección. Esa pregunta es la siguiente: ¿Saben por qué, desde hace meses, no está el psicólogo deportivo Marcelo Márquez? ¿Saben por qué lo sacaron de la selección? ¿Saben por qué truncaron su valiosísimo trabajo que ahora se necesita y se nota que hace falta? Hagan la tarea y pidan una respuesta.
II
Ricardo Gareca es un magnífico técnico. Logró llevarnos a un Mundial y la gratitud por esa etapa estará siempre escrita en nuestra historia y en nuestro afecto. Pero eso no significa que no se equivoque. Tampoco significa que tengamos prohibido hablar de sus errores.
Gareca devolvió a Perú a su fútbol natural, el de toque asociado. Eso se ha perdido. Enseñó a jugar presionando al rival y con disciplina táctica. Eso ya no asoma. La respuesta anímica era un sello de un equipo que aprendió a jugar con el marcador en contra. Eso ya no aparece. ¿Por qué? Existen varias razones y él es el primer obligado a resolverlas pensando en el fútbol y no en otras materias.
Ante Venezuela se jugó con cautela, como equipo chico que somos, sabiendo que un empate ayudaba porque en este tipo de torneos un punto vale más que un punto. Se cumplió. Se logró ganar a Bolivia. ¿Por qué ante Brasil se planteó un partido ofensivo? ¿No será que se ha resquebrajado la disciplina de trabajo, el laborioso estudio previo a los partidos?
Sería bueno que Gareca vuelva a caminar con las exigencias y la sencillez de marzo de 2015. En el fútbol todo cielo es temporal; la única certeza es el trabajo terrenal que evita el infierno.
III
¿Duele esta derrota ante Brasil? ¿Molesta escuchar en la televisión a esos comentaristas extranjeros hablando con desdén sobre Perú? Claro que molesta y ofende. Es el costo de un papelón. Pues bien, la inmensa mayoría prefirió tener un héroe y no un equipo. Prefirieron ubicar a Paolo Guerrero como el intocable en lugar de pensar que una selección está compuesta por 23 jugadores y nunca, jamás puede girar alrededor de una sola persona.
Vengan los insultos pero, en mi caso, no tengo interés en callar algo que es evidente: Guerrero perturbó el plantel que ya estaba listo para jugar el Mundial sin él; un dirigente hoy preso lo impuso en ese plantel y todos aplaudieron. Esta vez, a puertas de la Copa América, nuevamente todo fue Guerrero y sus temas personales por encima de los jugadores perturbando el trabajo de la Selección Peruana de Futbol. Entiéndase no es la Selección Guerrero de Fútbol, es la de Perú, nuestro país. Y merece respeto sobre todo porque derrotas como la de hoy, nos duelen a todos.
En el fútbol no hay dioses ni intocables. Maradona y Pelé necesitaban de otros diez a su lado. Y eran genios. Messi, otro genio, padece hoy porque no tiene un equipo que lo acompañe. En Perú se ha preferido que un veterano de 35 años imponga sus caprichos por encima de un equipo que representa a un país.
Volvamos al inicio. Retornemos a marzo de 2015. Trabajemos con sentido colectivo. No endiosemos. No construyamos ídolos que al final piensan en sí mismos y no en los millones que nos ilusionamos cada vez que juega Perú.
IV
Dos presidentes de la FPF corruptos. Uno en la cárcel; el otro ejerciendo sus funciones. Un secretario general que dejó en quiebra a la FPF. La corrupción influye porque el fútbol no puede trabajar pensando en fútbol. ¿No queremos estos papelones? Hagamos algo. Logremos que se aleje la corrupción del fútbol. ¿Alguna fiscalía actuará? ¿Alguna marcha de hinchas para que de una vez se vaya la dirigencia que destruye? No basta con cantar “Como no te voy a querer?