Para cualquier publicista con dos dedos de frente resulta tormentosa, falsa, impostada e hipócrita la forma cómo se ha presentado −por parte del gobierno del señor Vizcarra− una campaña mediática, que dice promover la igualdad entre el hombre y la mujer, cuando lo cierto es que solo ha representado un ucase estatal ofensivo y denigrante. Es lamentable asistir al manoseo antojadizo, la manipulación burda y al juego de una bandería ideologizada que no solo ha tomado al Estado por asalto sino que está usando de pretexto la igualdad del hombre y la mujer para poner de por medio, manifiesta o subliminalmente, el color rosado.
Efectivamente, la consagración principista y constitucional que millones de peruanos respetamos y que en esencia señala que toda persona es igual ante la ley, fuera de toda consideración de sexo, ha sido traída por tierra por una ministra cargada emocionalmente en un contexto donde el jefe de Estado y el presidente del Consejo de Ministros, entre otros altos funcionarios públicos, han optado por ponerse del lado de la llamada ideología de género.
De modo que, bajo el falso ropaje de promocionar la igualdad del hombre y la mujer, la verdad de la milanesa es sacar con fórceps un color rosado a pesar de conocer que la gran mayoría de delantales que se usan son blancos; y también demostrando en la práctica una campaña publicitaria contradictoria pues si se proclama la igualdad, lo cierto es que no se debería escoger un color históricamente y universalmente característico de la indumentaria femenina. Es más, con esto automáticamente ya se estaba discriminando y excluyendo al hombre.
Entonces, sin necesidad de que este artículo ingrese al otro tema polémico de hacer que altos oficiales militares y policiales hayan sido obligados a ponerse un delantal rosado, se evidencia que la campaña de marras es a todas luces excesiva, irritante e insulsa; peor cuando lo hace el Estado usando como punta de lanza o dardo envenenado al Ministerio de la Mujer, y a la vez tratando de dar un escarmiento o provocar a quienes han venido polemizando frente a la ideología de género, por lo que la razón principal del delantal rosado más que luchar contra la violencia familiar y sexual es alentar a un sector en particular de la mencionada polémica.
No olvidemos que la publicidad es socioculturalmente influyente y su impacto puede contribuir al mejoramiento de la sociedad cuando respeta la ética, empero si está mal enfocada desencadena actuaciones irracionales. La publicidad busca ganar la confianza de la gente y procura causar buena impresión ponderando las cualidades del mensaje. Por eso el publicista y anunciante tienen que respetar la buena comunicación y no hacer campañas agresivas y perversas.