El culebrón de la renuncia de Paolo Guerrero al club Universidad César Vallejo, por amenazas de extorsión a su familia, ha sido muy mal llevado desde el inicio. Nunca debió ventilarse más de lo necesario en la prensa, y tanto el jugador como la institución debieron sentarse para llegar a un acuerdo en lugar de hacerse acusaciones mutuas, aumentando la presión sobre la situación.
Así como se reunieron y hablaron del contrato en más de cinco oportunidades (según declaraciones de Richard Acuña), debieron hacer lo mismo para zanjar este delicado tema que se ha convertido en el centro de atención nacional e internacional en la última semana.
No tomamos posición por ninguna de las partes. Al contrario, apelamos a la justicia, responsabilidad, la mesura y honestidad para que ambas partes en conflicto queden satisfechas y no se perjudiquen.
Es cierto que se trata de un tema delicado, como la falta de seguridad en Trujillo y en todo el Perú. Sin embargo, nos llama la atención que el entorno y los asesores de Paolo no le hayan alertado de que la "Ciudad de la eterna primavera" era considerada zona roja y muy peligrosa.
El contrato ha sido firmado por mutuo acuerdo y sin presiones. Por lo tanto, de acuerdo con la ley peruana e internacional, debe respetarse. Si se desea romper, tiene que ser por común acuerdo.
Mi recordado padre siempre me decía: "Hablando se solucionan las cosas", pero hablando las partes, no enviándose mensajes o amenazas a través de los medios de comunicación.
Es muy lamentable haber llegado a esta situación, donde el más perjudicado como siempre es el Perú, ya que el desprestigio a nivel internacional es mucho mayor y afectará la llegada de muchos turistas.
Invocamos a Paolo Guerrero y a Richard Acuña a que se sienten como personas civilizadas para darle solución a este tema. Claro que ambas partes defenderán sus intereses, pero no debería considerarse como un choque de poderes en el que ganará el que tenga más dinero.
Debe primar la cordura, reconociendo la realidad de los acontecimientos. Si es necesario pagar alguna indemnización, que sea justa y no se aproveche del tema.
Finalmente, nos pareció inadecuado que Paolo Guerrero saliera a amenazar a la UCV, diciendo que abandonaría el fútbol si no rescinden su contrato. Este exabrupto, que suena a presión, no ayuda en nada. Por el contrario, empeora la situación.
Confiamos en que esta semana se llegue a una solución, pero sería una falta de respeto a la ciudad de Trujillo que se rescindiera el contrato y pocos días después firmara con un club limeño, considerando que la inseguridad es en todo el Perú. Es nuestra modesta opinión.