César Campos Rodríguez
Author: César Campos Rodríguez
Periodista y analista político

“En política hay que votar por el mal menor”, dijo Mario Vargas Llosa el último viernes 19, en la Feria Internacional del Libro. Sin atisbo de autocrítica, nuestro Nobel de Literatura ensayó una justificación al voto que propició entusiastamente por Alejandro Toledo (2001), Ollanta Humala (2011) y Pedro Pablo Kuczynski (2016) para que accedan a la presidencia de la República. Por primera vez, dejó constancia de que no lo hizo por adhesión a las ideas o programas de sus “garantizados” sino por oponerse a un riesgo mayor encarnado por “la corrupción fujimorista”.

En el caso de Toledo, el adversario (a) no fue de la familia Fujimori. En los comicios 2006 Vargas Llosa se abstuvo porque Alan García y Humala no eran de su simpatía. Cierto es que –por recomendación de algunos allegados (Fernando de Szyszlo el principal)– hizo de tripas corazón cuando García ratificó que estaba lejos de las tesis estatistas de los 80 y lo respaldó. Pero 2011 y 2016, pese a que la prensa descontaminada de sentimientos antifujimoristas dieron cuenta de serios cuestionamientos morales a Humala y Kuczynski, don Mario los apoyó con tal de que Keiko no llegara a Palacio de Gobierno.

He sostenido antes que el talento literario no otorga superioridad moral ni política. Juan Ramón Jiménez –Nobel de Literatura 1956– fue miserable y envidioso para con Federico García Lorca, Rafael Alberti, Pablo Picasso y cuanto intelectual asomaba en España retando el pedestal que ostentaba. Pablo Neruda –Nobel de Literatura 1971– el literato más sibarita y hedonista del comunismo latinoamericano, descubrió tarde los crímenes de su ídolo José Stalin a quien calificaba como “hombre principista y bonachón, sobrio como un anacoreta, defensor titánico de la revolución rusa” (Libro “Confieso que he vivido”).

César CamposCuesta imaginar que Vargas Llosa no haya leído el 2003 la obra del canadiense Michael Ignatieff llamado precisamente “El mal menor: ética política en una era de terror”, donde se cuestiona la respuesta inmoral y asesina que occidente daba al terrorismo, equiparándose a los métodos del enemigo. Esa parecía su tesis de 1987 frente a lo ocurrido en los penales. Pero, ¿acaso no fue también políticamente cuestionable avalar al Toledo=CLAE, Humala=Madre Mía o Kuczynski=contratos petroleros (denunciados por su gran amigo Alfredo Barnechea)?

Y ojalá Vargas Llosa lea la próxima obra de Carlos Meléndez “El mal menor. Vínculos políticos en el Perú posterior al colapso del sistema de partidos” que presentará el autor en la misma FIL el 26 de julio. El descarte o negación de candidatos no hace un mejor país a través del adversario escogido.

En suma, muy claro que don Mario sea un talento literario inobjetable. A la vez que el responsable histórico de promover a tres aves de rapiña en la vida pública nacional.

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