Es difícil poner de acuerdo a más de 124 millones de mexicanos, pero no imposible. Desde que se presentó la política sobre el uniforme neutro en la Ciudad de México (CDMX), el tema ha estado en debate. Todos hemos opinado y muchas de las sentencias generadas han expuesto posiciones de intolerancia, bullyng y hasta baja capacidad de competencia lectora, pues no ha faltado el medio que ha tergiversado la noticia, con tintes amarillistas. Claudia Sheimbaum, jefa de gobierno, aprobó esta medida.
La disposición es simple: cada niño puede usar lo que más le haga feliz. Si una niña o niño, quiere usar pantalón o falda para ir al colegio puede escoger y se le deberá recibir en la institución sin ningún problema. Sheimbaum piensa que esto ayudará a “abrir derechos que generen nuevas formas de entendimiento, para acabar con la violencia y la diferenciación de género”. La CDMX siempre ha estado a la vanguardia en reformas de corte liberal, pues debemos recordar que fue la primera ciudad en el país en aprobar la unión civil de parejas del mismo sexo.
Hasta el 10 de abril de 2019, se han presentado 95 iniciativas sobre igualdad de género en las cámaras del Congreso Mexicano. Desde la reforma al art. 4 constitucional hasta la inclusión de la perspectiva de género en el Plan Nacional de Desarrollo 2013-2018, los avances han estado presentes, la mujer en México ahora alcanza un 52% de participación en el mercado laboral y en la vida política del país alcanza un 40%.
En otros estados, como Baja California Sur, Nuevo León y Guanajuato no es tema de debate, las autoridades acatan la disposición de la Secretaría de Educación y dejan a los padres en la libertad de determinar como vestir a sus hijos, así como también hay entidades como Aguascalientes y Tamaulipas, resistiéndose.
México se ha declarado como un país violento. El 66.1% de las mujeres mayores de 15 años ha sido víctima de agresión, y esto lo empuja a dar atención al tema y a exponerlo a la población. No se trata de imposiciones. Se trata de libertad y respeto. De posibilidades. De tener acceso a enfoques que nos permitan cuestionar y analizar nuestro propio comportamiento y el de la sociedad. No podemos negar que vivimos en un mundo machista, y que esta tendencia no es exclusiva de ciertos sectores y es causa de violencia. Es poder llevar a las nuevas generaciones una visión más amplia, que los ayude a identificar este tipo de actitudes, a buscarles soluciones, a erradicar brechas basadas en diferencias, que afectan derechos como la educación. Es urgente eliminar estereotipos creando ambientes de igualdad desde pequeños, donde se inculque el derecho de realizar las mismas actividades pero también se aprenda a asumir las mismas responsabilidades.
Es apremiante otorgar las instancias a los herederos de este mundo tan caótico y acelerado, para crear en ellos consciencia plena y en base al uso del buen vivir, poder generar atmósferas idóneas de convivencia. La igualdad de género es parte de la educación humanista que es imperante llevar al aula, sin olvidar el trabajo que debemos hacer en casa. Enseñemos a ser felices, sin afanarnos en estar al pendiente del vecino. Somos seres autónomos que vivimos en sociedad, pero que con características propias dentro de núcleos básicos, llamados familia. Su cuidado, propiciará un mundo más seguro. Hablemos sobre igualdad y respeto en casa, enseñemos sobre responsabilidad. Intentemos ser justos con el prójimo, dándole libre albedrío y educando a los nuestros para ser solo respetuosos observadores de lo externo y libres labradores de lo interno.