Maritza Espinoza Huerta
Author: Maritza Espinoza Huerta
Periodista

Ahora salen los autores del Manual de la perfecta víctima, esos que se saben al dedillo cómo debe comportarse una mujer a la que le han asesinado al marido o aquella a la que le han matado al hijo, para no desentonar con el protocolo palaciego.
Ellos pontifican, desde la altura de sus privilegios, sobre la etiqueta que debe seguir alguien que ha sufrido dolores tan terribles (que nosotros ni podemos imaginar) cuando se encuentra con la responsable de su desgracia cara a cara.
"¡Por favor, señoras, qué mal gusto esto de expresar su indignación gritando!" "¡No se puede tolerar una agresión a alguien tan importante!" "¡¡¡Esto es pura violencia contra la mujeeerrrr!!! "¡Nuestra plena solidad con la pobre víctima (que, by the way, es la jefa suprema de las Fuerzas armadas)!"
¡Por favor, si apenas fue un jalón de pelos! No llevaban un revólver, ni un machete, ni siquiera un cortaúñas. Menos, por supuesto, la metralla que atravesó los cuerpos de sus seres queridos. Su única arma era la indignación y dolor de ver a la autora mediata de su duelo muerta de la risa repartiendo caramelitos entre su portátil de ayayeros.
Pero hay quienes se ponen siempre del lado del poderoso y le hacen sanasanaculitoderana hasta cuando se le rompe una uña. Para ellos, el dolor del grande vale más, mucho más, que el dolor del pequeño, porque a este dolor no le pueden sacar ningún provecho.
Estos miserables hubieran salido a llorar por Goliat cuando David le dio con una piedra en el ojo.
 
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