En la crisis política en curso se perfilan tres alternativas inciertas: el cierre inconstitucional del Congreso, la vacancia presidencial o la sobrevivencia errática de un sistema de gobierno podrido.
La responsabilidad directa de lo que ocurre es de Vizcarra y de Del Solar. Producto de su torpeza se están produciendo situaciones intolerables: primera, y lindante con lo criminal, es el psicosocial lanzado en torno a la muerte del expresidente García. Quedan muchas interrogantes sobre el atropello fiscal la madrugada en que se allanó su domicilio y hay indicios de una conspiración previa que incluye al Ejecutivo y a un medio de comunicación complotados para explotar un proceso que terminó en tragedia; y que hoy quiere seguirse aprovechando para dinamitar al Apra.
Luego, es oprobiosa la indignación selectiva del Gobierno y sus cómplices de izquierda en los casos de abuso de las detenciones preventivas. Nadie con sentido humanitario puede oponerse a que al anciano PPK le hayan variado la condición para que pase a arresto domiciliario; pero resulta gravoso que no se reconsidere la prisión torturadora de Alberto Fujimori, sobre todo cuando ha vuelto a ratificarse que nada tuvo que ver con los crímenes de La Cantuta y Barrios Altos. Lo mismo ocurre con Keiko, presa política a consecuencia de una farsa judicial repudiable.
Las declaraciones intrusivas en las gestiones judiciales y fiscales por parte de Vizcarra y del entorno de ONG complotado con una fiscalía devenida en Gestapo del régimen, evidencian una clara alianza político delictiva imposible de ignorar.
Entre tanto, la impunidad se proyecta en otros ámbitos peligrosos, como el ofrecimiento inconstitucional de levantar las sanciones legales a los responsables de la crisis en Las Bambas; y el nombramiento como ministra de Estado de una mujer impedida legalmente para ejercer cargo público.
Atrapado en su ratonera el Gobierno, además, ha lanzado una nueva ofensiva golpista contra el Congreso so pretexto de su desprestigio y la demora en reformas políticas que fueron presentadas como mamarrachos por el Ejecutivo.
Pero frente a ello hay denuncias graves formuladas por Phillip Butters, Yeni Vilcatoma y el Frente de Defensa de Moquegua –víctimas de campañas de desprestigio y amedrentamiento– que sí podrían fundamentar una rápida y dramática vacancia presidencial.
Si esta compulsa no se define pronto, el Perú seguirá debatiéndose en un marasmo político muy tenso, en el cual solo los extremistas de izquierda encontrarán beneficios de cara a las elecciones del 2020.
