No usaré la conocida frase marketera de la campaña que hizo ganar a Bill Clinton las elecciones de 1992 en los Estados Unidos, pues la dificultad de contextualizarla en el escenario peruano de hoy la convierte en peyorativa (“es la economía, estúpido”). Prefiero usar “zopenco” en la acepción que la traduce como “que es torpe para aprender”.
Esto sí redondea mi impresión que las tribunas del inmenso show político de nuestro país –el cual incluye grandes funciones como el desasosiego por las supuestas pechadas del presidente Martín Vizcarra al Congreso o los mandiles rosados sobre uniforme verde de nuestros militares– tienen esa vieja inclinación de las masas universales para extraviarse en el espectáculo, lo adjetivo, las bombardas y no centrar la vista en los crudos indicadores de su cotidianeidad.
De hecho, no es poca cosa que el respetable tenga fácil sintonía con una prédica anti Parlamento y que un gran número de integrantes de este último haga esfuerzos invaluables para justificar aquello. Alberto Fujimori constituye el referente más cercano de esa bandera pero la misma lo llevó a asesinar la democracia dejando a otros diseñar un sistema quizás peor que el difunto. Aun así, se le reconoce el legado de un modelo económico intocable durante un cuarto de siglo por sus bondades macro pero ávido hace tiempo de iniciativas complementarias.
Desalienta en verdad que esas mismas tribunas no perciban de manera homogénea las obsesiones políticas del Gobierno y los hoyos económicos a los que nos ha conducido una administración mediocre. Peor todavía que no detecte cómo el mismo gobierno usa lo primero para tapar lo segundo.
La última encuesta de Pulso Perú revela que el ciudadano de a pie sí capta el pésimo manejo de nuestra economía por parte de Vizcarra. El rechazo a ese manejo ha subido de 46 a 53 %, mientras la desaprobación al Gabinete ministerial llega a 60 %. Igual se ha elevado de 53 a 59 % la desaprobación de la tarea presidencial frente a la generación de nuevos empleos como también la impresión que no sabe gobernar (de 38 a 46 %). Sin embargo, la popularidad del Presidente sube 13 puntos porcentuales porque “cuadra” al Congreso y asimismo porque el 50 % achaca los escasos avances gubernamentales a la obstrucción del Legislativo.
No estoy convencido de que el Parlamento sea obstruccionista en las líneas económicas (aunque es cierto que el fujimorismo de este siglo es mucho más populista que el del pasado). Con todo, hay un balance de nuestros compatriotas. Y mientras tanto, se desacelera el crecimiento, se enfría el optimismo de los consumidores, se paraliza la inversión privada no minera…Es la economía, zopenco.