En todas las épocas y generaciones hubo canallas, traidores y corruptos. La tradición empezó con Felipillo y la historia lo recuerda, para distinguir la paja del trigo. No es malo recordarlo.
Fuimos por años una colonia; pero, hubo quienes pensaron y soñaron en una patria libre y soberana. Y tanto amaron ese sueño, que arriesgaron la vida por él, y muchos la perdieron.
Por eso tenemos precursores y próceres de la independencia y héroes de esa lucha después, mujeres y hombres, que rindieron la vida misma por tan hermosa, valorable y noble causa.
Así como tuvimos caínes hemos tenido abeles, y estos últimos fueron los que fundaron la promesa de la vida peruana. Y cada vez que se unen los abeles, aspiramos algo de aquél paraíso prometido.
El paraíso peruano, está en la tierra que cultivan nuestros hermanos y en los frutos que desde las antiguas generaciones nos llevamos a la boca. Está en nuestros ríos que encienden la vida, en cada primavera, sobre nuestra tierra y que dibujan paisajes fraganciosos y verdes.
Y sobre los paisajes, nuestros ancestros construyeron en piedra, sobre piedra, y después la posterior arquitectura, reflejó la unión de dos culturas, tal como el encuentro de dos razas y la unión de sus sangres.
Guamán Poma de Ayala y Garcilaso de la Vega, desde que existieron y apreciaron nuestra tierra, y pensaron y escribieron, siguen debatiendo en sus hijos, en sus intérpretes y en nuestra vida.
Ha habido es verdad los infames y canallas, los que han clavado lanzas en los costados de todos los peruanos, y hemos tenido nuestros Gólgotas; pero, nosotros aún heridos, seguimos, el Perú continúa, el Perú, existe, el Perú camina.
Y los hijos buenos, a veces sin ayuda se bautizan y dominan a los elementos, logran lauros, cincelan al Perú de ahora, y nos hacen sentir orgullosos y nos contagian, y sus luchas solitarias, de pronto se hacen nuestras.
Y en las noches sombrías, como a la luz de las fogatas, cuando esos nuestros hermanos, se levantan, parecieran gigantes disputando sus combates, y entonces les reconocemos rojos y blancos, y vibramos, olvidamos las penas y los dolores y los desengaños y nos convertimos en unos, con ellos.
Y esas sus victorias que arrancan a la vida y a sus dificultades, ingresan como sangre nueva en nuestra sangre, ingresan como plegarias gloriosas en nuestra historia, y pasan a ser de todos en nuestras vidas: vivos gozos, esperanzas frescas, inspiración luminosa y nuevas y mejores promesas.
Y el Perú, que somos todos, deja de mirar a todos los que nos avergüenzan, y deja de dolernos tanto y empezamos, como uno, a miramos en el mañana, a pensar el porvenir, a sentir a nuestros niños y nos decidimos a seguir luchando.
Y pensamos que si en lo poco, hay peruanos que construyen y edifican su propia significación y heroísmo. Bien sabemos que si más somos los que luchamos, después habrán mejores condiciones para que sean más, el doble, los que apoyados en nosotros, luchen y consigan muchos más lauros y un mejor futuro para todos los peruanos.
Por eso, es que si decimos: VIVA EL PERÚ!, estamos diciendo; VIVAN LOS BUENOS PERUANOS, y que sigamos luchando, todos los días de nuestra vida y hasta su fin, POR UN MEJOR PERÚ para todos!!!
VIVA EL PERÚ! VIVA LA LIBERTAD!