El 25 de junio del 2009, la cantante floklórica Abencia Meza fue acusada de ser la autora intelectual de la muerte de Alicia Delgado, quien había sido su pareja, esta fue hallada sin vida en su departamento y, a pesar de que Pedro Mamanchura después de ser detenido cuando intentaba escapar por la frontera, confesó ser el autor material del crimen, la artista fue condenada a 30 años de prisión a partir de ese año.
Nunca hubo pruebas. En un inicio Mamanchura, que era chofer y guardaespaldas de Alicia, declaró que había matado a la cantante por encargo de Abencia, pero justo antes de la sentencia desmintió esta afirmación asegurando que había dicho eso por celos y por venganza, pero esa declaración no fue tomada en cuenta por los jueces, quienes consideraron que el asesino no tenía ningún motivo personal para matarla, a pesar de que después de asesinarla de siete puñaladas, huyó robando dinero y joyas.
En el testimonio que NO fue considerado, Mamanchura dijo algo muy grave, algo que siempre se me quedó dando vueltas en la cabeza: “Cuando me atraparon, lo que hice fue asentir con gestos cuando los periodistas me preguntaban si había sido Abencia quien estaba detrás del crimen. Y también lo dije en la entrevista que le di al canal 5 porque me ofrecieron un dinero para que dijera lo que ya había dicho y entonces seguí con la historia”.
Esa frase hace, que hasta ahora, se me escarapele el cuerpo, porque no es la primera vez que tengo la sensación de que la prensa, el escándalo, la presión mediática deciden el destino de una persona. La truculenta historia de la ex amante siendo la autora intelectual del crimen, vendía y tanto programas de televisión como diarios y revistas, le sacaron el jugo, tal como pasó en su momento con Rosario Ponce o Eva Bracamonte.
Igual que en la trama de “Chicago”, o de la película “Perdida”, (que ahora ya se puede encontrar en Netflix), primero hay que convencer a la prensa, hay que “actuar” para la audiencia, hay que llorar y poner cara de víctima, porque de lo contrario, primero vendrá el juicio mediático que después será decisivo para la sentencia que dicten los jueces.
¿Lo dudan? Rosario Ponce no lloraba por la muerte de Ciro, porque probablemente seguía en shock, entonces inmediatamente pasó de ser una sobreviviente a ser sospechosa de haberlo asesinado. Eva Bracamonte narraba los hechos con serenidad por lo cual, incluso, estuvo presa sin ninguna prueba que la incriminara en la muerte de su madre. Después de cuatro años de prisión, cuando fue absuelta y el caso fue archivado no hubo ningún gran reportaje al respecto, su caso ya no ‘vendía’, así que ya no merecía ni cinco minutos de un programa.
Bueno pues, el Tribunal Constitucional revisará la sentencia de treinta años de prisión a la que fue sometida Abencia Meza y ella, desde la cárcel envió una carta al programa “Día D”, en la que asegura que fue condenada por ser lesbiana y por ser famosa. Le faltó decir que también por ser provinciana y no llorar ante cámaras como a la gente le gusta. La pregunta es: si la sentencia es anulada, después de todos estos años en los que fue juzgada, satanizada e incluso “buliada” hasta con memes ¿alguien le pedirá disculpas?
Podría apostar que no. Quizás algún programa busque la primicia de una entrevista, porque el caso todavía les puede resultar rentable, pero disculpas por todas las barbaridades que se ha dicho de ella, ni por asomo. Estamos acostumbrados a que esa prensa feroz que destruye honras y, en algunos casos, destruye vidas a cambio de unos puntos de rating, sea impune. Los periodistas, muchas veces, actúan como sicarios y ni siquiera se dan cuenta.