Roberto Rodríguez Rabanal
Author: Roberto Rodríguez Rabanal
Sociólogo, pastdecano presidente del Consejo Nacional de Decanos de los Colegios Profesionales del Perú.

Roberto Rodríguez Rabanal

El Gobierno adoptó diversas medidas frente al coronavirus y llama permanentemente a la unidad nacional y a la solidaridad, logrando la aceptación ciudadana. En ese marco, cuando la KONFIEP envió una carta bravucona, el Primer Ministro Zevallos respondió diciendo que está desconectada de la realidad al proponer despidos masivos, calificando la propuesta como “bastante ofensiva”; aunque luego, en conferencia de prensa, el presidente Vizcarra y la Ministra de Trabajo anunciaron que cedían ante el poder económico, condenando a los trabajadores a pagar el costo de la crisis con su dinero (CTS, AFP), aunado a que los bonos que distribuye no están llegando a la mayoría de informales e independientes, ni al campesinado ni a los de la ONP.

En esta dura jornada, la gran mayoría actúa solidariamente, acompañando a profesionales-trabajadores de la salud-policías-militares-obreros de limpieza-agricultores que destacan en la primera fila del combate anticoronavirus; aunque hay elementos despreciables como el General PNP Petit (sobrevaluó el costo del “rancho” de la tropa), los juerguistas jefes policiales de Pisco y la funcionaria del Hospital de Ayacucho que robó mascarillas para luego venderlas en su farmacia; y ni qué decir de los alcaldes ladrones.

En el Perú el 73% es informal, los derechos de los trabajadores son pisoteados y hay una enorme brecha ciudad-campo. En contraposición, un grupo de multimillonarios capturaron el Estado (exoneraciones tributarias, elusión consentida, “puerta giratoria” en el MEF-otros); y pese al crecimiento económico-inflación baja-cuantiosas reservas internacionales-grados de inversión, nuestro sistema sanitario da pena desde hace 3 décadas.

La clase empresarial que tenemos no tiene nada de dirigente. Solo es dominante y angurrienta; lo tiene todo y pide más: de los S/. 30 mil millones de “Reactiva Perú” pretende llevarse la mayor parte y a través de la banca pone condiciones casi inalcanzables para que las MYPEs accedan a créditos, con el aval del BCR-SBS. El salvataje es para ellos, igual como lo hizo el autócrata Fujimori. Y ahora baila al son de la “suspensión perfecta” establecida por el Gobierno, que no es otra cosa sino la explotación perfecta: “vacaciones” obligadas y pagadas con el ahorro de los propios trabajadores. ¡Negociazo!

Unidad con solidaridad, sí. Para eso debe establecerse un impuesto extraordinario a las grandes fortunas, varias de ellas asociadas con visitas a la “Salita del SIN” de Montesinos; otorgar un bono universal de mil soles a quienes lo necesiten; consensuar una alternativa a la “suspensión perfecta”; y encargar al MINSA el mando de la sanidad privada. Recreando a Paul Krugman, le digo al presidente Vizcarra: el resto del Perú existe. No es solo la KONFIEP.

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