César Campos Rodríguez
Author: César Campos Rodríguez
Periodista y analista político

La era plebiscitariaEl actor inglés Benedict Cumberbatch tiene, entre varias, dos interpretaciones notables que llaman mi atención. La primera la realiza en la película “El quinto poder” (“The Fifht Estate”) donde desarrolla el papel de Julian Assange, el megalómano fundador de WikiLeaks hoy detenido por las autoridades de Gran Bretaña luego de su largo asilo en la embajada de Ecuador.

La otra –y más reciente– es la de Dominic Cummings en el filme para la televisión “Brexit: the uncivil war”.  Cummings es el estratega político que dirigió la campaña en favor de la salida de Inglaterra de la Unión Europea el 2016, adoptando un lema general simple pero efectivo: “take back control” (retomar el control). Como Assange, se trata de un personaje paradojal con alto grado de inteligencia y neurosis.

Episodio crucial de esta cinta es cuando Cummings toma contacto con los operadores de AgreegateIQ, vinculada a Cambridge Analytica, ambas empresas especializadas en crear bases de datos sobre millones de ciudadanos a quienes se les investiga (mediante las redes sociales y otros mecanismos) hasta la raza de sus mascotas para efectos comerciales o políticos. Una vivisección profunda de la mente de cada votante con lo cual también se establecen líneas medias de aspiraciones, odios, querencias y toda una gama informativa útil para luego construir los mensajes convocantes.

Cambridge Analytica le pertenece a Robert Mercer, un multimillonario estadounidense y conservador que respaldó también la campaña a la presidencia de Donald Trump. Y es la firma con la que, en marzo de 2018, Marc Zuckerberg rompió palitos por apropiarse irregularmente de los datos de los usuarios de Facebook para dicha campaña, luego de asumir públicamente la responsabilidad de este mal uso.

Lo esencial de todo esto son dos cosas. Primero, la enorme capacidad de manipulación del sentir ciudadano que ahora logran las plataformas tecnológicas en manos de mentes brillantes y ansiosas de un poder desmedido. Segundo, la fatalidad de combinar esa capacidad con la activación de herramientas que aparentan una indiscutible solidez democrática como son el referéndum o plebiscito.

Lo dijo el mismo Cummings un año después del Brexit, al admitir que la consulta popular “fue una idea estúpida” y que la salida del Reino Unido de la UE “puede ser un error”. Y hace dos días, como se sabe, la primera ministra Theresa May ha renunciado después de intentar tres planes para esa salida.

En el Perú, el Gobierno y sus seguidores minimizan o se burlan de la preocupación que algunos sentimos por el fomento de las prácticas plebiscitarias, el jugar para las tribunas con gambetas y no para el resultado final del partido. Muy bien. Yo, por lo menos, sigo augurando el fracaso total de esa política que manosea el sentir del peruano promedio.

Espacio Publicitario