Umberto Jara
Author: Umberto Jara
Escritor, periodista y abogado

La Nava de SusanaDoña Susana Villarán, la del pañuelo verde y sonrisa fingida, cumplió con el requisito esencial de la izquierda moderna: incurrir en delito de corrupción. Ya sus defensores callarán el sonsonete de “Susana vive con modestia”. Si así vive será, pues, que no supo guardar o será que su corte se llevó más dinero del que le correspondía.

Hablando de corte no hay que olvidar a una gran cortesana de doña Susana: Anel Towsend Diez Canseco. Así como Alan García tuvo a su servicio para las pillerías cometidas, a Luis Nava Guibert, doña Susana tuvo en ese rol a doña Anel.

La señora Townsend tiene un mérito —acaso el único que registra su biografía—: descubrió temprano el oficio de vivir muy bien sin trabajar. Fue una breve periodista de radio y televisión, cuyo adiós se recuerda por el alivio que sintieron los micrófonos que supo empuñar y las cámaras obligadas a enfocarla.

Se fue del periodismo cuando descubrió que su verdadera vocación era seguir la huella de Luis Nava. Se conocieron militando en el Apra y doña Anel quedó encandilada al descubrir que se podía vivir (muy bien) sin trabajar. Se dedicó entonces a obtener la renta oscura del político profesional. Nadie podrá negar que supo amar su vocación, pues, vistió siete camisetas políticas, aunque destacó notoriamente en dos: feroz defensora del corrupto Alejandro Toledo y lugarteniente de la investigada Susana Villarán.

En tiempos de paridad de género, habría que recordar que Luis Nava Guibert ya está preso; la cuota femenina vacante debería serle otorgada a doña Anel Towsend Diez Canseco, en honor a sus (verdes) méritos. No hay inocencia que resista el paso por siete agrupaciones políticas.

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