Pedro Angulo Arana
Author: Pedro Angulo Arana
Abogado, docente universitario y pastdecano del Colegio de Abogados de Lima

Si la cordura fuera mayoritaria, los congresistas que decidieran reconstruir al Congreso, como institución política peruana, debieran pensar muy bien con quienes hacer alianzas y por quien votar.

En lo práctico, bien se sabe por qué se dio la tiranía, en un primer momento, y cómo objetivos ajenos al desempeño del Congreso, determinaron acciones diarias y campañas sostenidas, en contra de quienes se deseaba golpear o someter.

Posteriormente, las acciones legales contra la líder de la oposición, generaron ataques a la fiscalía y una segunda asonada de medidas de búsqueda de influencias, determinar las elecciones de amigos y ganar contactos para determinar pronunciamientos amigables.

Ya comprometidas las amistades y luego de resquebrajada la unidad interna, gracias a los abusos, para conservar la mayoría, se procedió a eliminar rivales, revelados actos delincuenciales en las instituciones y el mismo congreso, se blindó delincuentes y se desdibujó totalmente al Congreso, con el objetivo de conservar la mayoría de los votos y por asuntos extraños a las tareas congresales.

El Congreso hoy es una institución atrofiada, desprestigiada, tenebrosa y que sobrevive penosamente sin obrar conforme a sus funciones, integrada por personas que están entre las peor consideradas y que, por avergonzarnos a muchos, la ciudadanía en general pide a gritos su cierre.

Elegir a un presidente, en estas circunstancias, supone reconocer a un líder y sus capacidades. No se busca belicosidad ni capacidades para la amenaza ni el insulto ni el defender sinrazones ni obrar ciegamente destruyendo a la institución que les cobija.

La lucha contra la corrupción, hoy como nunca, ha despertado en la conciencia de la mayoría de peruanos y es una demanda permanente. No puede llegar al Congreso, alguien que bombardee los esfuerzos de policías, fiscales y jueces valientes que constituyen ahora el mejor rostro del ajuste de cuentas con los corruptos.

Quien encabece al Congreso, debe tener suficiente inteligencia para dialogar y fuerza como para cumplir los grandes objetivos que corresponden: tal como fiscalizar al ejecutivo o colaborar con él, cuando ella sea lo aconsejable en bien del país.

Quien sea el nuevo presidente, debe tener suficiente reconocimiento y buena conducta para que cuando le escarben su historia, por no seguir las consignas que le quieran imponer los que perdieron la mayoría, pueda sostener su presidencia sin problemas y liderar al Congreso, en sus tareas reales.Pedro Angulo

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