A la mayoría que compone el actual Congreso, no le interesa la Reforma Política, a pesar que conocen los serios problemas que existen, en cuanto a las falencias de nuestra representación política. Lo cierto es que les interesa que todo siga igual.
El Perú requiere de lo que no tiene: Partidos Políticos verdaderos, con presencia nacional, democráticos realmente, con respaldo ciudadano; y políticos con vocación de servicio, buena intensión, valores cívicos, experiencia, criterio político y amor al país.
La mayoría congresal no quiere la reforma, pues no les conviene, ya que pertenecen a partidos que perdieron reconocimiento a nivel nacional, pues no han respondido a las necesidades de las distintas regiones del país ni de sus organizaciones y fuerzas vivas, ya que tienen una absurda mentalidad centralista.
La mayoría que se opone a la reforma, pertenecen a partidos políticos que no se manejan democráticamente, si no por los “dueños” de esos partidos, que los tienen como empresas personales, que inclusive reciben donaciones para la campaña de posibles delincuentes, y que negocian los lugares de las listas de postulantes, por mero dinero, sin distinguir capacidades, valores ni vocación.
En el congreso se aprecia, que quienes han llegado por la puerta falsa y sin vocación de servicio al país, solo se sienten deudores de quienes les colocaron en la lista; y por ello, no quieren traicionar a los dueños de los partidos y cambiar las reglas de juego. Por eso, dificultan la aparición de nuevos partidos políticos y que surgen nuevos líderes. En otras palabras: les cuidan la cancha o el monopolio de la política a sus jefes.
La reforma política la deseamos todos los que consideramos que es humillante, indigno e injusto, que pretendan impedir el desarrollo del Perú, y los derechos políticos de los peruanos. La mayoría en el Congreso, en estos momentos se presenta como una barrera infranqueable en contra del interés nacional.
Los ciudadanos peruanos debemos entender que se están coactando todas las libertades civiles y nuestros derechos políticos, al trabar la Reforma Política, sin querer decir que todo lo propuesto por el Ejecutivo sea santo y bueno, sino que la discusión, debate y la misma reforma es absolutamente necesaria, para bien del país.
