Escuelas públicas con pobre infraestructura; hospitales estatales abandonados; profesores, médicos, enfermeras y policías mal pagados; desnutrición en los niños y el caos potenciado por la violencia y la delincuencia, son solo los lados más visibles y las consecuencias más dramáticas del desgobierno de las cúpulas partidarias que llegaron a Palacio de Gobierno y al Congreso. Es el resultado de la corrupción política y su alianza con un puñado de nefastas corporaciones privadas, entre las cuales destacan Odebrecht y OAS, aunque no sean las únicas.
Esa desgraciada realidad tiene que cambiar y es la hora en la cual se tiene que destacar el servicio que prestan los buenos ciudadanos y organizaciones, el trabajo que realizan los más capaces, por ejemplo, en materia de moralidad pública y credibilidad. Ya no pueden estar realizando –como lo han venido haciendo hasta ahora– una misión muy prudente y circunscrita a espacios limitados, sino que tienen que abrirse mucho más y potenciar su manifestación institucional a gran escala para fomentar la decencia, las buenas prácticas y la honestidad.
Saludo de manera especial que “Cefas Perú – Centro de Liderazgo” y el “Instituto Ciudadanos de Valor” empiecen a hacer más evidente ante los ojos de la sociedad peruana su gran labor en materia de descubrimiento de talentos, de gestión por la dignidad humana, de capacitaciones profesionales y técnicas, hoy en día tan necesarias para contrarrestar la ola de violencia y los antivalores que inundan el sistema político, la vida económica y la familia, como también en materia de promoción del emprendedurismo, que es más efectivo cuando se basa en los valores, la sana motivación, el mérito y el reconocimiento.
No se trata de seguir repitiendo la mecánica de esas grandes corporaciones que hoy salen a la palestra como corruptoras o corrompidas, en un toma y daca con un sistema colapsado de partidos y en complicidad con algunas empresas peruanas que solo pensaron en depredar los recursos públicos que obviamente se originan en los impuestos que pagan los ciudadanos y trabajadores del país.
Estamos seguros de que a lo largo y ancho del Perú hay más organizaciones similares a “Cefas – Centro de Liderazgo” y al “Instituto Ciudadanos de Valor”, pero lo importante es tener claro, como ellos lo tienen y ejercen, que se debe constituir un verdadero semillero de nuevos empresarios y políticos, y esto se logrará redefiniendo nuestra mirada sobre el emprendimiento y la acción política, pues nunca deben estar separados de la práctica de los valores si es queremos salir del embrollo en el cual nos han dejado las argollas que gobiernan el país. Un nuevo chip debe regir las relaciones humanas, la gestión institucional, el desarrollo personal y los negocios.
