Carlos Orellana
Author: Carlos Orellana
Periodista y escritor

Qué semanita la que hemos vivido. Después de tanto vacilar Vizcarra se decidió a disolver, disolver. Lógicamente soy de quienes no son tan zonzos como para creer que se lanzó a la piscina sin preguntar si ésta tenía agua. Su moqueguana Excelencia ya habría tenido un menú de reuniones con los tallarines verdes como plato de fondo. En otro conciliábulo presumiblemente habría probado una sopa de letras, o sea codinomes. Ya bien apertrechado lanzó el anzuelo. El resto es historia conocida, aunque no finalizada.

Después algunos no cumplieron con su papel, otros perdieron los papeles y más de una protagonizó un papelón. Ahora el Perú es el reino de las interpretaciones auténticas. Para unos este es un golpe de Estado, para otro “qué va ser un golpe”. Para unos Vizcarra es el Presidente legítimo, para otros un dictador.

Uno ya está viejo para que le vendan flores negras: aquí nomás hay cochinos intereses. Y cuando más evidente es que los hay, los políticos hablan de la ‘institucionalidad democrática’. ¡Qué tal palabra, toda una catedral del concepto! Pura pendejada. Claro, para los políticos hablar mal de la democracia, es hablar mal de la madre. Y un golpe es una mentada de madre.

La verdad es que la democracia nunca ha existido en el Perú. Nacimos en todo caso como una democracia ateniense, para unos cuantos privilegiados. Hasta 1836 los indios siguieron pagando tributos y no se encontró la llave de las cadenas de los cutatos hasta 1854. Hasta hoy tenemos cholo barato y cholo que se muere de frío en Puno todos los años. Claro, si democracia es mancharse cada cierto tiempo el dedo índice derecho para elegir a unos pezuñentos que dicen representarnos, aquí impera el mejor sistema político conocido.

Me da mucha risa escuchar a tanto huevo frito, defensor del oficialismo o de la oposición, que es convocado a los sets de televisión y no para de citar artículos de la Constitución para llevar agua a su molino. Como buenos abogados forajas nos marean con tanta leguleyada, y al final nos quedamos en bolero. Simplemente yo pregunto: en qué artículos de cualquiera de las constituciones que del Perú han sido, se habla de la resignación que debe tener la mayoría de ciudadanos de vivir como una mierda en asentamientos humanos o en villorrios y aldeas miserables en los andes o la amazonia, aislados del mundo moderno, sin una educación ni salud decentes. No jodan. Son casi 200 años en que las letras de las constituciones son letras vencidas y que las elites y sus políticos no han querido pagar porque les llega a las gonadas. Y especialmente aquellos que se proclaman demócratas.

El cholo Odría ha hecho más por el pueblo que todos estos ‘demócratas’ de cuello blanco y apellido sonoro. Y allí están las grandes unidades escolares, los hospitales, las unidades vecinales. Obras son amores y no buenas razones. De modo que cuando salga uno de esos cojudos hablando de democracia por la televisión solo piensa que alguien le paga para convencerte de que tú también debes defender ‘esa’ democracia, que te hace levantarte a las 5 de la mañana con tu taxi o a abrir tu puesto en el mercado; que debes defender esas ‘instituciones fundamentales’ que mantienen burocracias doradas y parásitos en el Estado, que tú pagas deslomándote todos los días.

Para defender la democracia y sus instituciones y combatir la corrupción es que Vizcarra ha disuelto el Congreso. No te pases, ciudadano Presidente. Para combatir la corrupción que me llamen a mí, que nunca he tenido un contrato con el Estado, que no he sido gobernador ni ministro, menos congresista.

Debemos entender que Moquegua es la Finlandia, la Nueva Zelanda del Perú y que Odebrecht jamás pudo corromper a sus autoridades. Si es así, carajo, qué bien. Pero hay que dejar que fiscales independientes escarben allí donde haya que escarbar. ¿O Moquegua es territorio liberado para la corrupción?

Y ni qué decir del aeropuerto de Chinchero y de la modernización de la Refinería de Talara, el satélite, el barco y cien obras en provincias que desde el 2000 parece que han sido manejadas con una probidad que daría envidia a América Latina y el Mundo.

Otrosi digo: la gente se pregunta qué pito ha tocado en todo este embollo el Comanche. Los que no somos caídos del palto pensamos que mucho, sabemos que él prepara unos buenos tallarines verdes. La receta se la dio su viejo, don Isaac, que le dijo que se quedara después del 2016 y que enterrara la Constitución del Chino. Nadie sabe para quién trabaja.

Si por si acaso aparece un codinome ‘Tachuela’ no soy Johnny: alguien me está suplantando.

Carlos Orellana

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