Eduardo González Viaña
Author: Eduardo González Viaña
Periodista, escritor y docente universitario.

“Pitajaya, pitajaya

Contra el cáncer y la corrupción”.

Lo gritaba con megáfonos, frente al Congreso, una joven frutera mientras los manifestantes se aglomeraban alrededor de su quiosco ambulante.

Esa fue para mí la primera evidencia de lo que el pueblo sentía anoche ante la disolución del Congreso.

La segunda evidencia, es permanente. Nos encontrábamos al filo de la medianoche frente al edificio del Poder Legislativo, entre millares de peruanos que expresaban su aprobación de forma bulliciosa, alegre, humorística, y, en ningún momento con disturbios.

Apretados, los manifestantes colmábamos la avenida Abancay desde el Parque Universitario hasta la Plaza Bolívar.

A esa hora, por más pataleos de los disueltos, la medida ya era completamente legal y aceptada. En todo el Perú, las plazas se colmaban de connacionales felices con la decisión del presidente Vizcarra. Por su parte, las Fuerzas Armadas y Policiales ya se habían reunido con el primer mandatario para reconocerlo como presidente constitucional y jefe supremo de las Fuerzas Armadas y Policiales del Perú.

Además, todos los Gobiernos Regionales expresaban su solidaridad con la medida.

En esos momentos, al haber sido publicado en el diario oficial el decreto de disolución, todos los actos del Congreso devenían nulos e inválidos, casi fantasmales.

Su pretensión de declarar incapaz moral al presidente, chocaba ya con todo un país y su pretensión de imponer a la señora Araoz, además de nula, no tenía ni tiene efecto alguno.

Con razón, junto a la vendedora de pitajayas, el poeta Harold Alva fabricaba eslóganes como uno

 que decía:

“Meche, despierta

No eres presidenta”.

A LA MAÑANA SIGUIENTE, la televisión nos informó, por otro lado, que un congresista procesado por actos delictivos, había intentado huir del país. El barco hace agua, y las ratas huyen.

La impunidad ha sido cobija de algunas decenas de delincuentes agrupados entre los aprofujimoristas que detentaban el Legislativo. Ahora, se les acabó esa covacha. Nos apena solamente pensar en la suerte de la señora Chihuán y de otros colegas suyos quienes tal vez están recurseándose en las calles ahora junto a otros trabajadores venezolanos.

¿Qué pasará? Todo seguirá igual o mejor. Los ministerios, los gobiernos regionales y municipales, seguirán funcionando con los recursos que les corresponden. La medida anticorrupción levantará los bonos del país, mostrará la estabilidad de nuestra economía y seguirá atrayendo inversionistas.

Lo más importante es que la pitajaya nos dará un servicio muy eficiente contra el cáncer y la corrupción.

Eduardo Gonzales Viaña

 

 

 

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