Mario Fernández Guevara
Author: Mario Fernández Guevara
Periodista

Fue en enero de 1992 cuando con mi amigo y compañero de trabajo en "El Comercio", el reportero gráfico Eduardo ‘Cachito’ Ramírez que visité por segunda vez a Nicolás Leoz, presidente de la Conmebol.

Se iba a disputar el preolímpico para Barcelona ´92. Había nacido en ambos una gran amistad al extremo que cuando en "Deporte Total" se requería de alguna consulta noticiosa de ese organismo, solo me bastaba llamarlo a su teléfono personal y no dudó nunca en declararme lo que yo buscaba.

Recuerdo que en esa cita con ‘Cachito’, el directivo paraguayo que acaba de fallecer (el 10 de setiembre hubiera cumplido 91 años) en un momento determinado abrió una de las gavetas de su oficina y sacó un reloj Seiko. Buscó otro y no halló nada. Sonriendo nos dijo: “Habrá que sortearlo para ver quién se lo lleva”. ‘Cachito’ con esta rapidez y olfato con sabor a noticia conque tomaba sus placas fotográfica, le acotó: “No doctor, Mario es su amigo de más tiempo, déselo a él”. Y así fue. Hasta hoy lo conservo.

Y fueron pasando los años y yo seguí yendo a Asunción, país sede de la Conmebol que Leoz la presidió desde 1986 hasta el 2016.

Fue tal el lazo que me unió a Leoz que un enero de 1998 su jefe de prensa y amigo personal mío, Néstor Benítez me llamó para decirme que me estaba haciendo llegar una invitación del doctor Leoz para que asista a la inauguración del edificio de su flamante sede en la ciudad de Luque. Paraguay, la tierra color ladrillo de Augusto Roa Bastos nuevamente me tuvo presente. De esa cita tengo una de las tantas fotos que me tomé al lado de Leoz.

Que después Leoz resultara uno de los 42 ex dirigentes del fútbol de las Américas y empresarios deportivos acusados de corrupción por el gobierno estadounidense tras el llamado FIFAGate que estalló en 2015, es otra historia. Nadie puede discutir que junto con Joao Havelange, Ricardo Teixeira y Julio Grondona, fue uno de los hombres más poderosos en el fútbol sudamericano.

Ese mediodía de la foto que ilustra esta nota -sin imaginarme el escándalo que reventaría siete años después- me atreví a preguntarle, en confianza por supuesto, si con tanto interés de por medio y la presión que hay en el fútbol como un negocio multimillonario, no temía algún día un ataque cardíaco.

Mario Fernández

Su rostro sonrosado se iluminó aún más y me respondió: “Leo mucho a Confucio y tengo grabada de él esta frase: “Aprende a vivir y sabrás morir bien”. Y creo que no se equivocó: disfrutó al máximo con el fútbol; implicado como estuvo no pudo nunca ser extraditado para ser juzgado por la justicia de Estados Unidos y, por último sufriendo de un linfoma cancerígeno ¡murió de un ataque cardíaco! Paz en su tumba.

Espacio Publicitario