Carlos Orellana
Author: Carlos Orellana
Periodista y escritor

Imagen de WhatsApp 2024 02 26 a las 23.54.05 35a637b5La tijera, esa noble herramienta, sin cuya existencia tendríamos que arrancarnos los pelos con las manos, o cortar fardos de tela a cuchilladas, siempre ha sido vista como el instrumento por antonomasia del sastre o del peluquero. Y no es así.

Este ingenioso artilugio, inventado quién sabe cuando y por quién sabe quien, tiene múltiples usos que benefician a muchas profesiones. Lo utiliza el cocinero para descoyuntar aves y el cirujano para cortar allí donde el bisturí se queda corto.

Más aún: Se usa en algunas profesiones que al parecer poco tienen que ver con melenas, telas o tripas, como es el caso del periodismo. Sí, señores.

Muchas erudiciones y estilos prestigiosos le deben a la tijera más que a los libros y a una dilatada experiencia de redactor. Y que lo digan esos colegas que pueden escribir sobre cualquier tema con una soltura de enciclopedista. Y no es que no existan periodistas cultos, con un manejo envidiable de la prosa. Lo que ocurre es que entre col y col, lechuga.

Cuando se vuelve una costumbre el uso de la tijera en el periodismo no puede desarraigarse con facilidad. Y es así como a menudo se "voltean" textos e ideas ajenas para pasarlas como propias, con una frialdad conmovedora.

Lo más natural del mundo para el periodista tijeretero es cortar o arrancar páginas de revistas europeas, traducirlas si están en otro idioma, y cambiarles la redacción. Total, nadie se va a dar cuenta porque las publicaciones son pasadas y de circulación muy restringida en el medio. El crimen perfecto.

Pero no hay crimen perfecto porque cualquier día, el menos pensado, alguien descubrirá el asombroso parecido entre el artículo de Fulanito y uno que apareció hace tres años en una revista alemana.

Hay tijereteros que son archiconocidos, recontramanyados. Probablemente algunos de ellos no saben que han sido descubiertos. El lector prevenido se detiene a menudo y va exclamando cada cierto tiempo: "Pero, claro si este pelmazo no sabe ni jota de química"; "Cierto, esto es algo que este cretino no conoce".

Y las tijeras tienen dos ojos, pero no saben lo que hacen.

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