Sean buenos, personas de provecho, que de ustedes digan por toda opinión: “Es una buena mujer, es un buen hombre”. Ello será un logro valioso en la vida – Decía mi padre.
La virtud más humana es la bondad. Ello indica que tenemos sentimientos buenos. Capacidad de salir de nosotros mismos y ver y atender a los demás. Eso supondrá llegar a ser la mejor versión de la persona que podríamos ser.
Eso querrá decir que nos manifestemos bondadosos y benévolos. Que las dificultades propias no disminuyan nuestra sensibilidad y que siempre que podamos hacer el bien, lo hagamos. Ello supone ser para los otros, saber darnos a quien nos necesite.
La persona buena es aquella que se conmueve ante las desgracias de los desvalidos, ante los niños, mujeres y ancianos dolientes y sufrientes. Y sabe sonreír y alegrarse por lo bueno que les puede suceder.
Una persona buena, tiene un núcleo básico que le permitirá desarrollar cualquier labor o trabajo, con tesón y hasta sacrificio, con ideales y compromiso. Comprenderá que tiene deberes y luchará por ellos.
Un corrupto, no es una persona buena, no es alguien que se proyecte con benevolencia en favor de los demás. Por definición es una persona que se aprovecha de las demás, y no le importa afectarlas o destruirlas ni causarles dolor por lo que les quita.
El corrupto es la peor versión de lo ruin y lo canalla que puede ser el ser egocéntrico y egoísta, que todo lo sacrifica por el bien propio, sin mayor sentimiento de culpa. No tiene valores ni patria, su patria es el dinero y por él, vende el alma. Los corruptos, rompen todo pacto de convivencia social, destruyen las sociedades, desde sus cimientos. No sirven.
Los corruptos, son la negación de la bondad humana