Capricho de los genios

Escribe: José Vargas Sifuentes 

Los genios a menudo se comportan de forma extraña. No se sorprendan por lo que van a leer. Los hechos recogidos por la historia respecto a algunas acciones de admirables individuos prueban que existe una delgada línea entre el genio y la locura.

Charles Darwin

Charles Darwin tenía las preferencias alimenticias más extrañas. Durante su viaje alrededor del mundo, estudió la diversidad de la fauna, y se comía a todas las criaturas que iba conociendo, incluidos los insectos. Le gustaban especialmente el armadillo y un roedor anónimo de color chocolate. Sin embargo, no le interesaba el estofado de puma. Incluso era miembro de The Glutton Club (El Club del Glotón), en el que se reunían cada semana para discutir qué platos exóticos habían probado.

Abraham Lincoln

El 16º presidente de los Estados Unidos de América solía guardar todos los documentos importantes en su famoso sombrero. También decidió dejarse crecer la barba después de que una niña le dijera que a todas las mujeres les encantaban las patillas.

Víctor Hugo

El escritor se obligaba a concentrarse en el trabajo utilizando algunos métodos extraños. Había hecho que sus sirvientes se llevaran toda su ropa, de modo que no podía salir de casa. Y cuando trabajaba en ‘El jorobado de Notre-Dame’ se cortó la mitad de la barba y el cabello y tiró las tijeras para que no hubiera otra opción para arreglar el desaguisado y así pasar unos días encerrado en casa.

Gabrielle Coco Chanel

Chanel siempre llevaba unas tijeras alrededor del cuello. Cuando notaba que una de sus modelos llevaba un vestido creado por otro diseñador, realizaba unos cortes en la prenda y afirmaba que se veía más elegante de esa manera.

Friedrich Schiller

Cierta vez, Johann Goethe esperaba al gran poeta, dramaturgo, filósofo e historiador alemán en su oficina, cuando notó un olor desagradable. Tratando de encontrar de dónde venía, abrió un cajón del escritorio y encontró un montón de manzanas podridas. Al final resultó que el olor inspiraba al escritor y lo ayudaba a trabajar.

Charles Dickens

Para divertirse, Dickens solía visitar la morgue de París. "Cuando estoy en París, una fuerza desconocida me hace visitar la morgue”, decía. "No quiero ir allí, pero voy". El escritor también seguía una dieta de champán, que le había sido prescrita por un médico.

Henry Ford

Se dice que al inventor estadounidense le gustaba comer maleza. Iba al campo, recogía la hierba bajo sus pies y hacía bocadillos, ensaladas y sopa. Creía que el cuerpo era una máquina y que el estómago era como una caldera y necesitaba el combustible adecuado para funcionar de manera eficiente.

George Gordon Byron

Byron era una persona excéntrica que amaba a los animales. Cuando entró como interno en Cambridge, trató de llevar a su perro con él a pesar de que estaba específicamente prohibido. En represalia, el poeta compró un oso y lo llevó a su habitación. Después argumentó que, dado que los osos no se mencionaban específicamente en sus estatutos, entonces la universidad no tenía fundamentos legales para las quejas. Ganó la discusión en contra de la universidad y el oso se quedó con él en su habitación.

Oscar Wilde

A Wilde le gustaban los animales exóticos e incluso le gustaba pasear a su mascota langosta. También solía ir al teatro con una rata blanca.

Clark Gable

El inolvidable actor de la película ‘Lo que el viento se llevó’ estaba obsesionado con la limpieza. Se cambiaba constantemente de ropa, se duchaba varias veces al día y evitaba las bañeras porque le disgustaba la idea de sentarse en el agua sucia.

Thomas Edison

El inventor tenía un método inusual para contratar a nuevos investigadores científicos. Les invitaba a cenar, les ofrecía un plato de sopa y los vigilaba. Quedaban descartados los que agregaran sal antes de probar un plato. Su razonamiento era que no quería trabajar con personas que sacaban conclusiones antes de realizar un experimento.

Sarah Bernhardt

Bernhardt era una excéntrica ‘reina del teatro’. Tenía un ataúd que llevaba consigo cada vez que se trasladaba. Ella dormía, leía y aprendía sus papeles de memoria en él.

Ludwig Van Beethoven

El compositor hizo una serie de cosas extrañas. Por un lado, rara vez se afeitaba, ya que pensaba que era malo para la creatividad. Tampoco le prestaba atención a su apariencia personal, por lo que la ropa que vestía generalmente estaba sucia y andrajosa. Por si fuera poco, solía pedir café hecho utilizando exactamente 60 granos de café.

 

Fuente: Todo-Mail

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