Italo Sifuentes

A medio camino entre Valparaíso y el estrecho de Magallanes hay un archipiélago llamado Chiloé, estratégico no solo por su ubicación geográfica sino también porque hasta 1826, bajo el mando del gobernador monárquico Antonio de Quintanilla, era el último territorio bajo dominio español que faltaba ser incorporado a la naciente república de Chile, país que técnicamente había logrado su independencia nacional en 1818.

El 18 de enero de 1826, finalmente, Chiloé fue conquistada, bajo el gobierno del Director Supremo Ramón Freire, sucesor de Bernardo O’Higgins. Atrás habían quedado los frustrados intentos de 1820 y 1824 y, por fin, los republicanos chilenos con la firma del Tratado de Tantauco lograron conquistar este territorio con la activa participación de cuatro peruanos que en 1825 habían marchado desde Lima a luchar a ese remoto territorio del Pacífico Sur.

Estos cuatro peruanos son el doctor José Noriega, don Francisco Bernaola, don Felipe Castro, y don Francisco Arellano, quienes figuran en dos cartas que en 1826 intercambiaron las altas autoridades peruanas y chilenas en busca de una solución tras quedarse estos personajes varados en Santiago de Chile en la posguerra, sin ser reconocidos ni tener con qué retornar a su patria pese a los heroicos servicios prestados al vecino país.

Tierra de independentistas

Estas dos cartas son dos documentos intercambiados hace casi 200 años y que aquí por primera vez damos a conocer como una demostración que el Perú colaboró con la consolidación de la independencia chilena, y que pese a ello estos patriotas peruanos no han sido reconocidos tal como se merecen. Perú, tierra de independentistas, aportó con hombres y mujeres de su tierra no solo a la libertad de Chile, sino de otros países del continente y de ultramar. Aquí nos vamos a concentrar solo en el caso de estas cuatro personas.

En enero de 1826 el gobernador español se vio obligado a abandonar Chiloé no solo por la acción militar de los cuatro peruanos nombrados sino también por la activa participación de los patriotas chilenos, coronel José Santiago Aldunate, teniente Freeman Oxley, capitán Guillermo Bell, coronel Nicolás Maruri y del sargento mayor Guillermo Tupper.

En diciembre de ese año, se encontraba en Santiago de Chile el Ministro Plenipotenciario del Perú en Chile, Mariano Álvarez, quien al tomar conocimiento de la situación de estos cuatro peruanos desde esa ciudad le escribió al Ministro de Relaciones Exteriores del Gobierno de Chile, doctor Manuel José Gandarillas, pidiendo solucionar la situación de los connacionales.

La carta está fechada el 6 de diciembre de 1826, y en ella Álvarez le dice a Gandarillas que conociendo “la relación de sus desgracias, ha tocado del modo más vivo la sensibilidad del que suscribe, y no puede menos que interesarse en el alivio de unos peruanos, que después de haber prestado sus servicios a esta República, no considerándoselos ya necesarios en ella, tratan de volver a incorporarse al Estado al que pertenecen. La hoja de sus servicios acredita que nada han desmerecido en su carrera en Chile; y que se han portado en ella como los mejores bravos; especialmente en la toma de Chiloé”.

Recién unas dos semanas después, es decir en carta fechada el 19 de diciembre, Gandarillas le respondió a Álvarez en los siguientes términos: “relativa a manifestar la miserable situación de los oficiales licenciados Noriega, Bernaola, Castro, Arellano, quienes deseando restituirse al Perú solicitan recursos para su transporte. S.E. deseoso de aliviar las necesidades de los citados oficiales, y facilitarles los medios necesarios para que puedan trasladarse a su país, ha ordenado al comandante general del departamento de Marina disponga sean admitidos a bordo del buque que debe conducir al ministro de esta república cerca de la del Perú y mantenidos de cuenta del Gobierno de Chile”.

Más adelante, dicha autoridad chilena agrega: “se ha decretado el pago con arreglo a la justificación que han hecho de la deuda, y si no se ha mandado a cubrir del todo , es porque no habiéndose aún los cargos de la tesorería de Chiloé a la general de esta capital, se ignora lo que aquella le haya suministrado hasta su salida, razón por la que las oficinas pagaderas se niegan a cubrir cantidades que no están justificadas en debida forma pero lo realizarán tan luego como se haya allanado este obstáculo”.

A continuación, la primera carta, fechada el 6 de diciembre:

“Señor Ministro de Relaciones Exteriores del Gobierno de Chile

Doctor don Manuel José Gandarillas

Santiago, 6 de diciembre de 1826

Se hallan en esta capital, cuatro hijos del Perú, a saber, doctor José Noriega, don Francisco Bernaola, don Felipe Castro, y don Francisco Arellano, que han servido de oficiales en las filas del Ejército de Chile, y con motivo de habérseles licenciado del servicio, se han presentado al Ministro Plenipotenciario que suscribe, manifestándole la situación triste que los oprime por su falta de recursos para vivir, y sus deseos vehementes de regresar al suelo que los vio nacer, y proporcionarse allí una mejor subsistencia. La relación de sus desgracias, ha tocado del modo más vivo la sensibilidad del que suscribe, y no puede menos que interesarse en el alivio de unos peruanos, que después de haber prestado sus servicios a esta República, no considerándoseles ya necesarios en ella, tratan de volver a incorporarse al Estado al que pertenecen. La hoja de sus servicios acredita que nada han desmerecido en su carrera en Chile; y que se han portado en ella como los mejores bravos; especialmente en la toma de Chiloé. Esta circunstancia recomendable, es otra razón poderosa que obliga al infrascrito a interesarse a ellos, y a esperar del magnánimo Gobierno de esta República, que teniendo en consideración ese distinguido mérito, se digne ordenar en favor de los expresados oficiales al pago de sus ajustes, para que puedan trasladarse al Perú, o a lo menos facilitarles a cuenta de estos su transporte en cualquier buque, y una cuota proporcionada para los gastos indispensables de su habilitación para el viaje.

El que suscribe ruega al señor ministro de Relaciones Exteriores, se sirva hacer presente este negocio a S.E. el Vicepresidente, para que penetrado de la justicia que lo apoya, expida la respectiva providencia, y ofreciéndole de nuevo los sentimientos de la más distinguida consideración, se repite, muy atento, obsecuente Servidor.

Mariano Álvarez, Legación Peruana en Chile”.

En la segunda carta, en la que Gandarillas responde, se señala que:

“Señor Mariano Álvarez, Ministro Plenipotenciario del Perú

Santiago, 19 de diciembre de 1826

Habiendo dado cuenta a S.E. el Vice Presidente dela República de la nota dirigida por el Señor Ministro Plenipotenciario del Perú al Ministro que suscribe, relativa a manifestar la miserable situación de los oficiales licenciados Noriega, Bernaola, Castro, Arellano, quienes deseando restituirse al Perú solicitan recursos para su transporte. S.E. deseoso de aliviar las necesidades de los citados oficiales, y facilitarles los medios necesarios para que puedan trasladarse a su país, ha ordenado al comandante general del departamento de Marina disponga sean admitidos a bordo del buque que debe conducir al ministro de esta república cerca de la del Perú y mantenidos de cuenta del Gobierno de Chile.

Con respecto a los sueldos vencidos que reclaman los citados oficiales, se ha decretado el pago con arreglo a la justificación que han hecho de la deuda, y si no se ha mandado a cubrir del todo , es porque no habiéndose aún los cargos de la tesorería de Chiloé a la general de esta capital, se ignora lo que aquella le haya suministrado hasta su salida, razón por la que las oficinas pagaderas se niegan a cubrir cantidades que no están justificadas en debida forma pero lo realizarán tan luego como se haya allanado este obstáculo.

El infrascrito Ministro al comunicar esta resolución al señor ministro plenipotenciario del Perú , tiene el honor de reiterarle los sentimientos de su alta consideración y singular aprecio.

Manuel José Gandarillas, ministro de Relaciones Exteriores de Chile”.

ITALO SIFUENTES ALEMÁN

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