Italo Sifuentes

En su Memoria de Gobierno el virrey Baltasar de la Cueva cuenta los hechos. Gobernó el Perú de 1674 a 1678 por encargo del imperio español. Foto referencial.

Investigación Ítalo Sifuentes Alemán

Este testimonio puede ser tildado de muchas maneras, pero por sí mismo revela una sola verdad: la corrupción y cualquier tipo de delincuencia no tienen raza (ni época ni circunstancia).

En el solo hecho que aquí se expone, se observa que residentes limeños, tanto español como indígena, fueron capaces de incurrir en adulteración y tráfico de documentos oficiales así como en falsedad y robo de fondos del tesoro público.

A todo esto, se suma el intento de asesinato, traición, la fuga del país, cambio de identidad y otros varios delitos hoy tipificados claramente en el Código Penal. Son hechos que se remontan a fines del siglo XVII.

Estos hechos los cuenta el virrey Baltasar de la Cueva, quien gobernó el Perú de 1674 a 1678 por encargo del imperio español. Los informa en su Memoria de Gobierno que escribió y se difundió el 4 de agosto de 1681, la cual la dirigió a su sucesor, el virrey Melchor de Liñán y Cisneros.

En su informe, el virrey Baltasar de la Cueva saca a la luz el nombre de un corrupto de la época virreinal: Juan de Villegas, quien trabajó en la Caja Real de Lima y falsificó su firma para autorizar pagos con fondos públicos.

Descubierto el corrupto, este intentó asesinar al virrey, quien tuvo que ver finalmente con el perdón a la ejecución a la pena de muerte a la que se le había condenado.

Aunque sus nombres permanecen en el anonimato, el mismo virrey informa a su sucesor que unos ‘indios’ habían robado el Tesoro de las Cajas Reales de Lima, caso que según dijo fue descubierto por José Díaz y el hijo de este.

A continuación, la historia con todos los detalles contados por el virrey Baltasar de la Cueva

“Don Juan de Villegas, que sirvió de Oficial en la Caja Real de Lima, y cometió el delito de falsear mi rúbrica y la refrendata de mi Secretario, en decretos supuestos de pagas de Hacienda Real, fue preso y condenado por el Real Acuerdo (donde remití la causa por voto consultivo) a azotes y galeras, y llevándole para que sirviese en las de España, tuvo disposición para hacer fuga en Tierra Firme, y habiendo vuelto a esta ciudad, incurriendo en la pena de muerte, que se le impuso en el destierro perpetuo, y quebrantamiento de la sentencia referida, estuvo muchos días oculto buscándome, disfrazado en traje de clérigo, en la estación ordinaria de todas las noches, en la Capilla de Nuestra Señora de la Soledad, y los sábados en la del Rosario, para matarme, y que milagrosamente me había librado, ya por no pegar la pistola, que intentaba dispararme, y ya por los religiosos que se le ponían delante, y habiéndolo preso, fue condenado a muerte de horca por la Sala del Crimen, no obstante haberme interpuesto para que fuese perdonado, de cuya ejecución y lo demás, habiendo dado cuenta a Su Majestad se sirvió aprobarlo y darme gracias por lo obrado en esta razón, en Cédula de 14 de mayo de 1676.

En otra de 20 de mayo del mismo año se hallará lo mismo por el castigo que hice (con parecer de asesor que lo fue el señor don Gaspar de Cuba) de los delincuentes en la sublevación y robo del Tesoro de las Cajas Reales de Lima, que intentaron unos indios de la misma ciudad, aprobando la remuneración que di a José Díaz, que lo descubrió, y a un hijo suyo”.

ITALO SIFUENTES ALEMÁN

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