Antero Flores-Araoz
Author: Antero Flores-Araoz
Jurista y político

Dios es peruanoEscribo esta columna inmediatamente después de salir de un supermercado, en donde fui abordado por una persona que aparentaba algo más del medio siglo y, como decían nuestros ancestros, “muy bien hablada”.

Me preguntó algo que me sorprendió y que me lleva a las reflexiones de este artículo, su preocupada pregunta fue: ¿cómo recuperamos al Perú?, como si a nuestra patria se la hubiera llevado algún país vecino, o si hubiéramos sido invadidos y parte de nuestro territorio cercenado, o como si se nos hubiera quitado toda expectativa en el futuro, o como si se nos hubiera incautado el último rezago de optimismo.

La verdad es que tenemos un país maravilloso, no solo con una cultura e historia milenaria, sino con tres grandes regiones naturales, que con sus singularidades tienen oportunidades inmensas de desarrollo.

Contamos con una costa de clima benigno con valles inmejorables y frente a nuestro dominio marítimo, en el Océano Pacífico, con una inconmensurable y rica fauna marina. En la sierra tenemos nada menos que la cordillera de los Andes con tres ramales paralelos de norte a sur repletos de minerales metálicos y no metálicos.  En la selva amazónica bosques naturales que son envidiados por otros países y en donde todo está por hacer, principalmente la explotación forestal racional.

Y, como si lo dicho no fuese más que suficiente, contamos con recursos energéticos casi inagotables. Frente a todo lo maravilloso expuesto, y que nos hiciera ver en su momento don Antonio Raimondi, tenemos una población laboriosa e imaginativa a la que podíamos calificar como gran capital humano.

¿Qué es entonces el motivo del desánimo de mucha gente? Creo, y sin temor a equivocarme, que es la sensación que no estamos avanzando pese a las ventajas expuestas.  Nos hemos detenido después de cerca de tres décadas de buena direccionalidad económica que dio como resultado más empresas, más puestos de trabajo, reducción de pobreza y pobreza extrema, y elevación de niveles de vida.

Lo mencionado en el párrafo precedente se agrava con la percepción que nuestras autoridades no dan talla y que lejos de trabajar al unísono para tener un país mucho mejor, se estancan en mutuos reproches y en estériles enfrentamientos que a nada conducen, a lo que se agregan rencores y revanchas. Adicionalmente, la desconfianza en los gobernantes alimentada por los conocidos casos de corrupción que envuelven a funcionarios de varios gobiernos, tanto nacionales, regionales como municipales, nos hacen perder perspectiva de futuro.

Es hora que nuestras autoridades reaccionen, dejen de perseguir a las agrupaciones políticas que no delinquen, aunque si algunos de sus representantes que deben ser juzgados con debido proceso y reglas de juego parejas. Pero en adición, aunque no menos importante, destrabar inversiones que generarían los puestos de trabajo deseados, reducir la abusiva y absurda tramitología, resolver procesos administrativos inacabables que frenan la inversión y, dejar de perturbar con más y más regulaciones y cortapisas a los inversores que son los que ponen a riesgo sus capitales.

Como se diría en el deporte: ¡Si se puede! Y, al tener inmensas posibilidades, recordar el dicho: ¡Dios es peruano!

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