Marcos Ibazeta Marino
Author: Marcos Ibazeta Marino
Abogado, docente universitario y expresidente de la Corte Superior de Lima

Imagen de WhatsApp 2024 02 13 a las 22.48.30 598592d4Los peruanos nos sentimos asfixiados por el desborde brutal de la corrupción que, desde las más altas esferas políticas y sociales, que constituyen la cúspide de la pirámide de poder, se desliza sin freno alguno hacia todos los rincones de la nación hasta carcomer la base social en donde el mal ejemplo y las peores picardías de los sinvergüenzas de turno, se copian por inercia, destruyéndose de este modo cualquier resistencia ética personal o grupal porque se termina generando una moral de la “inmoralidad”.

Todos hacen grandes diagnósticos sobre las causas de la corrupción, pero a partir del hecho consumado partiendo de premisas erróneas que conduce a sus autores a “mapear” geográficamente al país ubicando los centros de mayor o menor corrupción y, a la vez, proponer como solución una mayor y mejor educación en valores sin mencionar que cuando el árbol ha crecido ya es imposible enderezarlo en cuyo caso esa nueva educación tendría como público objetivo a los niños que ingresan al nido, aún a sabiendas que será un despilfarro de dinero porque el niño aprende del buen ejemplo que no encuentran ni en el hogar ni en el colegio y menos en el medio social en el que se desenvuelven.

La imagen de nuestro país en el exterior es la de un Estado corrupto, aún no mafioso, pero estamos en esa ruta si esta plaga no es combatida eficazmente.

El núcleo central del fracaso de la lucha contra la corrupción radica en la total inoperancia de los sistemas de control por lo cual, al decir de Jesucristo, “en arca abierta hasta el justo peca”.

Las guerras no se ganan si la inteligencia y contrainteligencia no son eficaces para infiltrar al enemigo y, a la vez, vigilar a los que se infiltran. Las Fuerzas Armadas conocen muy bien de esto, pero ni aún en ellas los controles internos funcionan adecuadamente porque de cuando en cuando hay escándalos de “gasolinazos” o comercialización de armas del almacén a donde van las que se dan de baja, hacia la delincuencia.

Sabemos que el control debe ser previo, concurrente y posterior. Por ahora solo tenemos el control posterior cuando se judicializan los hechos consumados.

El control puede ser interno, externo o mixto, pero hasta el presente ninguna modalidad ha funcionado.

El control debe abarcar las cuatro bases de cualquier gestión y administración: el aspecto económico, el administrativo y el financiero, así como la idoneidad profesional y moral en el área de trabajo haciendo realidad un engranaje armónico entre planta y trabajo, para colocar en el mercado hacia el cliente final, un bien o un servicio de alta calidad que demuestren que el beneficio que brinda es mucho mayor que el costo.

En el Perú es al revés. Siempre el costo es muy superior al beneficio, sino miren el segmento de obras públicas.

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