Edwin Sarmiento
Author: Edwin Sarmiento
Periodista y docente universitario

dia del trabajadorEs curioso: el Día del trabajador ha servido para recordarme que soy un desempleado más. O un ocupado a medias. O un reinventado que para el caso da lo mismo, como recibir saludos. Soy parte de esa tasa de desempleados de 8.2% que es la más alta que hemos alcanzado en Lima desde 2012, según el INEI.

Mis amigos con empleo se esmeran en recordártelo que el descanso lo debemos celebrar. Y te mandan saluditos emotivos. O te inundan las redes con proclamas más sofisticadas. La riqueza pertenece a quienes la producen, dicen unos. Trabajando se construye un mundo mejor, te recuerdan otros.  O más directo: 1 de mayo, feliz Día del trabajador, escriben los más.

Ahora me doy cuenta que yo mismo jodía a la humanidad con mis saludos por el Día del trabajador. Sin imaginar que a muchos les arranqué, seguramente, una sonrisa de dolor con mis saludos. Hasta les recordaba a los mártires de Chicago. A esos valerosos obreros anarco sindicalistas que soñaron con un mundo mejor. A quienes dieron sus vidas por la jornada de ocho horas de trabajo. Y pensar que solo recordarlo ahora es una herejía.

Suena a celebración de otro planeta. Huele a naftalina. Ahora que el liberalismo ha roto horarios y las ocho horas se han convertido, nuevamente, en doce o catorce horas. O más. Y todos sin chistar. No hay sindicatos y los que existen, sobreviven famélicos, sin brújula.

¿Las luchas sindicales?, las de mis tiempos. Sin luchas, no hay victorias, decíamos. Y las calles daban testimonio de los puños en alto y las banderolas en ristre. Incluso los periodistas teníamos jornadas laborales con horario. Y la ley se respetaba. Si cruzábamos el límite de las ocho horas, venían los sobretiempos pagados y nuestros sobres de quincena engordaban. Nos peleábamos por trabajar sábados y domingos y días feriados, porque el salario era el doble.

Había razones para festejar el Día del trabajador. Y todos contentos. Éramos solidarios con otros trabajadores. Y todos felices. A veces no sabías si tus huelgas eran por tus pliegos sindicales o por solidaridad con otros sindicatos. Los trabajadores teníamos conciencia de ser trabajadores. Sin dobleces. Ya no hay nada de eso. ¿Desde cuándo? Fujimori lo desapareció.

Desfilan por mis ojos los saludos y mi memoria activa otras jornadas. Ya nada es igual. ¿Qué celebramos hoy? Sólo el recuerdo de haber existido. Feliz Día del trabajador.

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