Luis Nunes Bertoldo
Author: Luis Nunes Bertoldo
Analista político

423716930_901857171939543_7941735866563079074_n.jpgGranos de arena de llanto y tentáculos de impotencia. Son 7.5 millones de migrantes, que representan aproximadamente a 1.87 millones de familias en promedio de 4 personas. Ese es el drama de Venezuela, que desde hace años se ha calificado (maquillado) benignamente de “situación país”.
A finales de 2022, había 108.4 millones de personas desplazadas por la fuerza a causa de persecuciones, conflictos, violencia, violaciones a los derechos humanos y acontecimientos que alteraron gravemente el orden público. Se aclara que son cifras que revelan “tendencias”, pues la movilidad es diaria e impide tener números exactos.
Esto refleja un aumento de 19 millones de personas en comparación con el año 2021; además, supera la población de países como Ecuador, Países Bajos y Somalia. Se trata del aumento más pronunciado de un año a otro según las estadísticas de ACNUR de desplazamiento forzado.
En suma, una de cada 74 personas en el planeta ha sido forzada a huir. Cada persona tiene una historia y un drama humano que lo identifica. Y hay cosas que dejamos en nuestras tierras, que no nos caben en las maletas al salir. Los brasileros lo llaman “saudade”.
No acostumbro hablar de mi historia personal, pero el próximo 1ro. de febrero cumpliré 24 años y 30 días de mi llegada al Perú, donde tenía previsto quedarse sólo 4 meses. Y aunque las circunstancia laborales que me trajeron a esta maravillosa tierra fueron muy distintas a los miles de venezolanos que transitan por el continente y otras tierras, hoy me siento un desplazado más, que no tiene manera de regresar por ahora a la tierra de Bolívar, pues el régimen no me daría tregua, por haberlo enfrentado desde el primer día y nunca haber creído en sus cantos de sirena, disfrazados de revolución “y que bolivariana”.
También afirmo que durante el binomio de AD y Copei, se cometieron graves errores que nos llevaron a donde ahora estamos.
Se supone que en el segundo semestre de este mismo año, Venezuela volverá a vivir un proceso electoral; no podemos precisar la fecha porque, aunque parezca insólito, no es el organismo electoral el que indica la fecha y menos las normas constitucionales, sino la voluntad del gobernante de turno (antes Hugo Chávez y ahora Nicolás Maduro).
Ya Maduro anunció que participará, buscando consolidar un nuevo período de seis años más. Ya lo ha sido el 2013, el 2018 y ahora quiere repetir el plato este 2024; en realidad varios voceros del régimen bromean con “quedarse hasta el 2050”. No les alcanzarán los años a ellos y sus descendientes y adláteres para que esta gente pague todo el daño que le han hecho a Venezuela.
Las condiciones de la competencia electoral, hace años que distan mucho de ser equilibradas, justas y democráticas. Los edificios públicos volverán a llenarse de banners de pared a pared con la cara del candidato oficialista, los candidatos aparentemente opositores harán un show para que se diga que es un proceso democrático y alguna candidata o candidato verdaderamente opositor, tendrá que librar una muy dura batalla (que ya empezó) para tratar de que no sea inhabilitado de participar por cualquier excusa que ustedes estimados lectores puedan imaginar.
El panorama no es alentador y lo más probable es que la cifra de migrantes y desplazados siga aumentando en los próximos meses y años.
Por ello, los ríos de lágrimas, las arenas de llanto y la rabia y la impotencia de parecer la lucha entre David y Goliat, pero donde Goliat tiene todas las de ganar.

Espacio Publicitario