Señor Presidente Vizcarra, soy un ciudadano de a pie, preocupado por lo que estamos viviendo en el país con el Coronavirus. Es una pandemia mundial que en otros lugares vine siendo controlada, contrario a lo que sucede en Perú, a pesar de sus esfuerzos y acertadas decisiones como el de establecer la cuarentena apenas apareció el 06 de marzo, en territorio peruano. Han transcurrido 40 días, y en vez de disminuir los casos, no sólo aumenta peligrosamente, sino que muestran que las medidas tomadas por el ministerio de salud son insuficientes, incompletas, por no decir equivocadas. Los “martillazos” no han funcionado.
Me permito dirigirle la presente, después de haberlo pensado detenidamente, y porque me lo han solicitado amigos tan preocupados como todos. Además, apelando a la cordial invitación que Ud. públicamente hizo el 25 de marzo a “quienes quieran realmente aportar, las puertas del MINSA están abiertas”. Creo que no es tarde. Por lo demás, lo hago con la mejor de las intenciones, porque no media ningún interés en particular ni ánimo negativo. Por el contrario, si de algo puede servir nuestra experiencia, lo ponemos a su disposición, deseándole el pronto éxito en esta frontal lucha contra el Coronavirus. Para ello, y sólo con el objeto de que Ud. tenga un mínimo de confianza en este escrito, de ser necesario, debo decirle, en primer lugar, que soy Biólogo de profesión (aunque mi especialidades la Biología Pesquera) egresado de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM), por lo que el campo de la biología, fisiología, microbiología, virología, etc., no me son extrañas. Y en relación a mi experiencia como servidor público, he tenido ocupaciones específicas como Profesor Principal a Dedicación Exclusiva en la Facultad de Pesquería de la Universidad Nacional Agraria de La Molina (UNALM), con estudios de post grado en Japón, Presidente de la Cámara de Diputados del Congreso de la República (1990) y Ministro de Estado en el Despacho de Salud (1991-1993). Años en que tuvimos que enfrentar, exitosamente, epidemias como el Cólera, la poliomielitis, el sarampión, la rabia canina, entra otras. Con un presupuesto sectorial equivalente al 3.5% de lo que el sector salud cuenta hoy en día. Dicho esto, he aquí mis observaciones, comentarios y sugerencias como posibles soluciones.
En primer lugar, creemos necesario precisar que una enfermedad infecciosa, sea causada por bacteria o virus, se convierte en brote, endemia, epidemia y pandemia en función de la situación ambiental que prevalecen el medio. Es decir, si el lugar donde se desarrolla la enfermedad es salubre o insalubre. Y es insalubre cuando no hay, básicamente, agua ni desague, y prevalece el hacinamiento de viviendas. Algo tan cercano a la realidad de nuestros actuales asentamientos humanos (AAHH), los cuales constituyen alrededor del 30% de nuestra población capitalina. Y no tan lejos de muchas poblaciones andinas y amazónicas del territorio nacional.
En segundo lugar, la herramienta fundamental para investigar y enfrentar un brote, endemia, epidemia o pandemia, es la Epidemiología, principalmente la Comunitaria, disciplina basada en la observación de la enfermedad como fenómeno de masas, más que la del individuo como dato estadístico. De allí que el aspecto social y comunitario constituyen valiosos elementos de análisis.
En consecuencia, nos atrevemos a establecer un balance y valoración de la forma cómo el actual ministro Zamora, y sus colaboradores, vienen enfrentando la lucha contra el actual Coronavirus COVID-19, y del porqué de los resultados hasta ahora obtenidos. Para ello, también es importante saber de la confianza que la autoridad debe brindar a la población a través de sus mensajes y declaraciones de campaña. Esto, sin exagerar, es una de nuestras primeras observaciones.
El 06 de marzo se anunció en el país la presencia del primer caso de Coronavirus, y al asumir el 20 de marzo la cartera de salud, Zamora, hizo las temerarias declaraciones en su primera entrevista: “Tarde o temprano, todos vamos a terminar infectados del coronavirus”, lo que generó críticas por diversos especialistas en epidemiología y del Colegio Médico del Perú. El 24 de marzo aseguró que “Las pruebas moleculares, que son las que tienen la mayor fiabilidad al momento de detectar casos positivos de coronavirus (COVID-19) seguirán siendo el método principal para atender a pacientes sospechosos”, ante las críticas por la adquisición de 1,4 millones de pruebas rápidas. El presidente había anunciado la compra de 1 millón 400 de test rápidos (serológicos) y 300 mil moleculares. Y que a estas alturas, no llegan en su totalidad. A los pocos días declara, en una entrevista en Canal N: “Se vienen dos semana muy duras y difíciles. Estamos aumentando progresivamente los casos. La epidemia se hará presente en nuestro país en su total plenitud. Tomémonos de las manos, roguemos a nuestros dioses, abracémonos y enfrentemos juntos”. Posteriormente, el 31 de marzo, en una entrevista para el portal IDL Reporteros, afirmo que: “La única medida que le queda al Perú es el aislamiento… porque EEUU, bajo la administración de Donald Trump, adquirió el total de pruebas moleculares (PCR) a nivel mundial”. El día 10 de abril, el ministro afirmó que: ”Un grupo de infectados por coronavirus va a morir en el hospital; otro, en la calle, en albergues o en sus casas. Para esto se creará un comando humanitario de levantamiento de cadáveres”. Y así podríamos mostrar más temerarias, como inoportunas e inapropiadas declaraciones. Entonces, de lo que se trata, (nada personal contra el ministro) es destacar el mal uso de los medios periodísticos para disimular errores y justificar la falta de estrategias. Lo cual se corrobora cuando, el 23 de marzo, afirma que: “Se quintuplicará la capacidad para procesar las muestras por COVID-19, utilizando las tres armas que tiene el sector para la detección de casos: a) prueba molecular, b) pruebas rápidas y c) GeneXpert”. Siendo esta última, un examen de biología molecular que permite un diagnóstico bacteriológico para diagnosticar la tuberculosis y no el Coronavirus. Está demás decir, al respecto, que se han levantado posiciones en favor y en contra de estos dispositivos de descarte del virus, siendo lo más grave, que se hacen en plena emergencia sanitaria.
Respecto a la estrategia planteada en general, en nuestra opinión, no se está considerando debidamente los dos grandes factores recomendables para hacerle frente a una pandemia: 1. El aspecto sanitario y 2. El aspecto socio-ambiental. En otras palabras: 1. La parte propiamente médico-sanitaria y 2. La parte social-comunitaria. En la actual campaña SÓLO se está considerando la primera, y ello es un gran error. La segunda está totalmente ignorada. Toda epidemia o pandemia tiene sus propias características, pero lo que nunca debe ignorarse es la relación biunívoca: objeto-sujeto, la cual es uno de los más elementales objetivos de la epidemiología comunitaria. Tanto más, cuando se trata de ver a la población, principalmente a la de menos recursos, no únicamente como objeto de conocimiento, sino como sujeto de derechos. De allí que es muy importante promover la atención cuasi personal para con el paciente; como lo es, al mismo tiempo, el apoyo a su familia proveyéndole, en este caso, de alimento e insumos básicos. Con ello, se evita caiga en preocupación, ansiedad, angustia, y por lo tanto, proclive a la rebeldía, desobediencia y desacato de las decisiones impartidas por el gobierno. Sorprende que no se considere este aspecto en la actual estrategia elaborada. La entrega de Bonos y/o dinero efectivo, no es suficiente, menos recomendable, cuando la imagen que proporciona, políticamente hablando, puede ser el despilfarro de los recursos económicos del país.
Otra observación donde los resultados negativos se dan por sí solos, se tiene, por ejemplo, cuando la campaña se centra con insistencia en que la gente se lave las manos con agua y jabón. Mejor si es por 20 segundos, al salir y regresar a casa, etc. Quizá este mensaje, con seguridad, lo cumpla el ciudadano de San Isidro Miraflores, San Borja, etc.; pero ¿El de los AAHH, las barriadas, en suma, la población de las zonas urbano-marginales de Lima, que sólo cuentan con agua (y costosa) para sus necesidades básicas: cocinar, lavar y apenas para asearse? Como contrapartida, ¿Se ha pensado en la distribución del agua, por la coyuntura, en forma gratuita? Por supuesto que no.
Asimismo, vemos que prácticamente la invasión de la gente a los mercados (ya sea para vender o comprar sus alimentos) ya rebasó el control y la vigilancia de la policía y las fuerzas armadas. Con el riesgo de aumentar el contagio. ¿Cuál es la lectura del Ministro de Salud o de su Comando de Operaciones, si lo han hecho, de esta actitud por parte de esa población? Han analizado ¿A qué se debe esa supuesta rebeldía y desinterés por el orden? Creemos que no. Y si lo han hecho, estamos seguros que ha prevalecido más el criterio de represión como amenazas a la seguridad y a la libertad. De allí que algunos “expertos” hayan recomendado las multas pecuniarias (de S/. 86 a S/.439); y si no pagan, la muerte civil. Es decir, anular el DNI e impedir se realice cualquier gestión administrativa. Al respecto, ¿No hubiera sido mejor aplicar la detención y obligarlos, de acuerdo a la gravedad de la falta, a realizar trabajos comunitarios, p.e. 30 días, para desinfectar las calles o los mismos mercados de su barrio? ¿Estarán en condiciones de pagar la multa, considerando que no tienen trabajo, y es posible que no lo consigan fácilmente después?
Continuaremos… Parte (2). Problemas con la infraestructura hospitalaria; el manejo inapropiado de la Data y la Notificación de casos; la no incorporación de la comunidad a la estrategia de campaña; proyecciones como contribución a la recuperación económica.