Rafo León
Author: Rafo León
Periodista

El círculo completoEl traumatólogo que me trata por un problema de artrosis desde hace más de quince años dejó la clínica San Borja y se pasó a la flamante y ultrasiete Delgado. Pues dos semanas atrás yo necesitaba hacerme un control anual de rodilla y llamé a la tal clínica, que como detalle auxiliar, tiene en la azotea de su local su propio helipuerto.

Me respondió una señorita que al escuchar mi solicitud de cita, sin que le temblara la voz me hizo saber que encantada, me la daba para dentro de tres meses. Yo no podía entender qué era lo que estaba pasando, mi traumatólogo de tanto tiempo -que es además una excelente persona- siempre ha reaccionado de inmediato cuando lo he necesitado. ¡Tres meses! Eso corresponde a las historias infames de lo que ocurre en los servicios públicos de salud en nuestro país. Pero fue la misma señorita la que salió en mi ayuda: “¿Tiene usted algún seguro privado, señor León?”

Tengo un seguro también desde hace muchos años, carísimo, que mensualmente me saca una cantidad de dinero que suelto sin chistar a pesar de mi irritación, por eso de que “es mejor tener un seguro y no necesitarlo que necesitar un seguro y no tenerlo”. Se lo hice saber a la recepcionista de la clínica Delgado, a lo cual muy presta ella, me dio la salida: “Entonces si lo prefiere le puedo dar una cita la semana próxima pero fuera de su seguro”. Es decir, sobre la abultada cantidad que me saca el seguro que pago regularmente, en esta oportunidad tenía además que soltar cuatrocientos soles por una consulta.

Primera conclusión: los que tenemos seguros privados en realidad lo que hacemos es engordarle el bolsillo a la compañía respectiva pues cuando necesitas de sus servicios, no te los dan.

Hoy en el Perú se ha creado una nueva mafia iniciada por las compañías de seguros, del todo legal para los fines de la protección al consumidor. Estas empresas han establecido topes de tiempo a las consultas de los médicos con los que trabajan, que no deben pasar de quince minutos pues si ocurre, es al especialista a quien la clínica le descuenta partes de su sueldo. Pero eso es solo el comienzo.

Las compañías de seguros se han comprado a las clínicas más importantes y de mayor prestigio del medio, de modo que se puede producir sin ningún problema la situación que antes he descrito. No hay ante quién patalear. Y por si fuera poco, el ´perverso sistema ha adquirido las farmacias que se encuentran dentro de sus clínicas, donde los medicamentos cuestan si no diez, ocho veces más que en la botica de la esquina.

Seguro, clínica, farmacia. ¿Qué faltaba? El cementerio.

Los consorcios de salud se los están comprando.

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