Rafo León
Author: Rafo León
Periodista

2 resultadoEn su primera novela, Los premios, Julio Cortázar describe la sensación de un adolescente producida por su primera erección, más o menos con estas palabras, “Fulano comenzó a sentir ese ablandamiento general del cuerpo que anuncia precisamente el fenómeno contrario”. Una excelente descripción que se acerca mucho a lo real. Lastimosamente ni Cortázar ni yo podemos saber cómo se manifiesta en una chica el suave terremoto del deseo en la edad de los descubrimientos. Según esas sensaciones se dejen libres de acuerdo a la naturaleza o se ahoguen en reproches, castigos, negaciones o eufemismos, la vida sexual del chico y la muchacha podrá ser una celebración a la vida o una tortura infinita y compulsiva.

Mi padre se jubiló en los años setenta de la gerencia de la Editorial del Colegio Militar Leoncio Prado, en ese entonces una gran empresa pues allí se imprimían los textos escolares que según recuerdo, eran los mismos para todos los colegios.

El curso de Anatomía se dictaba en tercero de secundaria y lógicamente el libro respectivo incluía un capítulo sobre los aparatos genitales femenino y masculino. Mi padre ya sabía que poco antes del inicio de la impresión de los textos, se formaría ante su oficina una cola de representantes de la mayoría de colegios religiosos de Lima para pedir cada uno su cuota de libros de Anatomía que formaba parte de un lote que se imprimía evitando esas páginas incómodas, plagadas de ilustraciones inexplicables y textos para curas y monjas, innombrables.

Han pasado los años pero no ha pasado la lucidez frente al tema en crecientes sectores de los medios, la política y el común. Por supuesto que esos actores son tributarios de la venerable iglesia católica, especializada en confundir las palabras con las cosas y por ello, muy hábil en cuanto a suprimir las cosas obliterando las palabras.

Ríos de tinta se han usado para analizar la intolerancia del Vaticano hacia una expresión natural, placentera e irrenunciable, como es la sexualidad. Se coincide en que el control del cuerpo determina también el control de las conciencias y el tema de las religiones, y de una que lleva dos mil años a la cabeza, es justamente el control. La retención, el uso y abuso de la individualidad por parte de oficiantes varones que en principio subliman sus deseos sexuales, cosa difícil cuando tienes un poder grande sobre la feligresía, un dominio que exacerba la sexualidad en espíritus afectos a la represión entramada con las ganas. Combinación explosiva.

Los muchachos y las chicas de hoy tienen fuentes de información sobre la sexualidad como nunca antes se ha visto, derivadas del internet y las redes sociales. Se sabe que el uso más frecuente del internet es el que llega a las páginas pornográficas, cada vez más segmentadas y generadas “por nicho” de preferencias. La iniciación sexual es cada vez más temprana, pero la frecuencia de abuso y violación a niñas y niños es también cada vez más frecuentes.

Inmensa irresponsabilidad la que cargan quienes se oponen a una educación sexual abierta y sin tapujos, pues lo que se calla es lo que va a actuarse, ley de la vida. Silenciar y reprimir solo conllevan a que el deseo termine expresándose de manera displacentera, neurótica o abusiva. Ya que la cucufatería crece en las escuelas, es tarea de la familia hablar claro, con sencillez y con alegría sobre esa sensación de ablandamiento que anuncia justamente el fenómeno contrario.

 

 

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