Alberto Ku King Maturana
Author: Alberto Ku King Maturana
Periodista y docente universitario

FUJIMORI RESUCITANDO A UN CADÁVER Keiko Sofía Fujimori Higushi, otrora líder de Fuerza Popular, lanzó un intento de resucitar a un movimiento político que ella misma se encargó de sepultar por su desmedida ambición de poder. Reconstruir desde prisión a una agrupación política sin Doctrina, valores y principios, es tan imposible de lograr como mantener intacta una torre de naipes en medio de un huracán.

La quiebra del fujimorismo es de tal magnitud que ni el propio fundador y líder, Alberto Fujimori, se atrevería a reconstruir su legado, colocando piedra sobre piedra.

Keiko es consciente de su autoría al mismo estilo del conquistador y bárbaro Atila, que arrasó hasta con su propia historia. En términos pragmáticos, el fujimorismo de Keiko ya fue, y el convocar a la vieja guardia no es más que remover tumbas para que los "zombies" salgan a la luz.

Martha Chávez, Alejandro Aguinaga, Martha Moyano, lo más impopular del viejo fujimorismo, es como pedir auxilio a seres surgidos de ultratumba, en medio de una oscura bruma política. Peor aún con el anuncio de encargar el liderazgo fujimorista a un sujeto como Luis Galarreta, incapaz en función pública, que demostró gravísimos errores y faltas en ética y práctica política.

Es decir, Keiko cae una vez más en desaciertos, en absoluta escasez de habilidad política, y sin el liderazgo prefabricado por su padre Alberto y su padrino Vladimiro.

A Keiko, independiente de las graves acusaciones en su contra, se le agotó el libreto, sin proveedor de ideas como Jaime Yoshiyama o Pier Figari, ambos encarcelados, está condenada a afrontar un penoso y vergonzoso proceso penal.

Luego que la opinión pública tomara conocimiento de los vínculos de FP con los dineros sucios de ODEBRECHT, Keiko empezó una caída libre por su personal falta de transparencia. También le cayó como un "huayco" las renuncias masivas de congresistas a su movimiento, mientras los pleitos con su hermano Kenji se volvían cada vez más feroces.

En medio de este escenario maloliente del fujimorismo, un Kenji Fujimori parece decidido a seguir vendiendo huevos y fruta al por mayor, una Rosa Bartra que cuida no morderse la legua y evitar un envenenamiento letal, y un Daniel Salaverry que juega su partido en solitario, soñando que en el 2021 estará sentado en Palacio de Gobierno.

Pero el creador de un sentimiento autocrático, sin valores, moral y ética política, espera en prisión el día que sea llamado ante la justicia divina y de cuenta de las muertes en su haber.

El escenario político es absolutamente difícil para una mujer de 42 años, a quien sus aulicos y tontos útiles, le vendieron la idea de que sería la "auténtica" sucesora de una Dinastía, y fundadora de una nueva idiosincrasia con referencia y vínculos al Sol Naciente.

Pero el proyecto fracasó por culpa de la misma Keiko, que edificó en su oscuro derrotero mental convertirse en una especie de Emperatriz. Basta examinar sus gestos, sus declaraciones construidas por terceros, sus poses falsas y ridículas, y lo más resaltante: aparecer en público, repetir un libreto y desaparecer hasta otro verano, al mismo estilo de los Emperadores del Japón.

No obstante, la historia del fujimorismo aún será motivo de la mayoritaria repulsa popular. Los peruanos aprendemos lecciones y sabemos muy bien como diferenciar entre lo podrido y lo fresco y sano.

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