El Perú, donde existió el imperio de una milenaria raza combativa, laboriosa y extraordinariamente ingeniosa, hoy sufre los embates de una profunda crisis moral con pérdida de valores. Próximos a conmemorar el Bicentenario de su Independencia, los peruanos continúan atrapados en una telaraña de corrupción, inseguridad y precariedad política.
El fenómeno de la corrupción ha infectado a toda la clase política y dirigente, donde se privilegió la avaricia económica y la ambición por el control del poder. Es tan avasallador el fenómeno de la corrupción en el Perú, que en términos macroeconómicos podemos afirmar que los mafiosos han DEPREDADO gran parte de nuestros recursos y patrimonio.
Es de tal magnitud el millonario robo a la Nación que hoy los bomberos tienen que vender lapiceros en las calles para obtener recursos y adquirir equipos contra incendios. Y qué decir, con vergüenza propia y ajena, que médicos de una ciudad importante del Perú organicen "polladas" (venta de pollo frito en las calles) para adquirir instrumental médico.
Mientras tanto, en los pueblos alejados en el terrible altiplano, los niños y ancianos mueren de pulmonía debido al terrible friaje que empezó en la gélida zona territorial.
Frente a esas calamidades, ya endémicas, los peruanos no salimos de nuestra rabia natural al enterarnos que los últimos cinco Presidentes permitieron el saqueo sistemático del tesoro público.
El expresidente Alejandro Toledo recibió, según las acusaciones, 35 millones de dólares de sobornos de la empresa Odebrecht, dinero que obviamente salió de fondos peruanos al sobrevalorar costos de obras públicas.
O los millones de dólares que habría recibido Luis Nava, el secretario personal y de mayor confianza del expresidente Alan García Pérez, que se suicidó en momentos que estaba a punto de ser arrestado por sospecha de corrupción. García, que gobernó dos periodos, murió sin esclarecer su situación, y que perdurará, en la memoria colectiva de los peruanos, como el mandatario más corrupto de la historia Republicana del Perú junto con el dictador Alberto Fujimori.
Y Ollanta Humala y su esposa no se quedarán ajenos a ese vergonzoso prontuario criminal de haber recibido dinero sucio, tal como lo confirma Jorge Barata, el funcionario de Odebrecht que distribuyó coimas a políticos y a empresarios peruanos. Pero era de esperarse que la misma gavilla de corruptos promueva el sentimiento de misericordia para otro expresidente, Pedro Pablo Kuczynski, acusado igual de corrupto y con arresto preventivo.
Sin embargo los jueces han mostrado ser magnánimos al permitir que Kuczynski cumpla arresto domiciliario por estar a punto de una "muerte súbita". Y la que parecía una abuelita "chocha", la EXALCALDESA de Lima, Susana Villarán, fue acusada de recibir tres MILLONES de dólares de Odebrecht, acompañando en prisión a la hija del dictador Fujimori, Keiko, presa ya cinco meses por sospecha de ser jefe de una banda criminal de corruptos.
Pero la lista de acusados de Corrupción es cada día más grande en un país repleto de injusticias, de niños anémicos y desnutridos, de desempleados, de enfermos sin medicamentos, de un sinfín de problemas embalsados por culpa de los gobernantes de turno.
Por esas y otras razones los peruanos viven atrapados en una terrible apatía, pesadumbre y atribulados por el porvenir de la Patria.
Qué Dios nos ayude !!!!