Alberto Ku King Maturana
Author: Alberto Ku King Maturana
Periodista y docente universitario

La clase política y dirigente del Perú continúa sin enmendar rumbos y sigue atrapada en una especie de "Código de la Maldad" con agravantes. Los últimos Presidentes de la República, ungidos en el poder por voto popular, cayeron en desgracia por su desmedida ambición de poder, avaricia, frivolidad, lujuria y absoluta descomposición moral.

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Ninguno se salva de la condena moral del pueblo peruano, hastiado de convivir por décadas con políticastros corruptos, ineptos y mediocres. Autoridades que defraudaron las expectativas de una nación de grandes fortalezas pero que fue frenada en su desarrollo y porvenir por delincuentes de "cuello y corbata".

Hoy el Presidente Martín Vizcarra, que llegó al poder en crítica situación política, tiene en sus manos las riendas del poder pero todo indica que su capacidad de maniobra sigue atada por una vergonzosa clase política. Inició bien su gestión pero con el tiempo la población parece preguntarse dónde está el piloto y su tripulación.

Sin partido político, sin representantes en el Congreso ni operadores políticos, Vizcarra enfrenta de manera medrosa a una jauría de políticos mediocres e inmorales. Y solo le quedan dos años  de gestión en un país donde las necesidades y demandas del pueblo apremian y se embalsan.

Se advierte que los peruanos de buena voluntad, que son la mayoría, vivirán con vergüenza un legado oprobioso de gobernantes que usurparon el poder para enriquecerse ilícitamente y llenar de rencor a confiados ciudadanos. Si bien se hizo público y se sancionó parte del enmarañado sistema de Corrupción en la época del Presidente Alberto Fujimori y Vladimiro Montesinos, hoy el escándalo Odebrecht es la punta de un iceberg de lo mucho que aún está por descubrirse.

El Perú habría resuelto gran parte de sus problemas sociales de pobreza y desarrollo, sí los "barones" de la corrupción no robaran por décadas miles y miles de millones de dólares.

La salud pública y la educación, que la Constitución garantiza al pueblo, continúan siendo precarias y de mala calidad, mientras persisten enfermedades como la tuberculosis y las anemias infantiles y la extendida desnutrición. La distribución de la riqueza ignora a los verdaderos beneficiarios y privilegia a los grandes grupos de poder económico en alianza con políticos envilecidos por dinero y poder.

Muchos de los que fueron sancionados por corrupción en regímenes pasados, hoy disfrutan del dinero malhabido y hasta regresan para seguir saqueando al país. Nadie protege los recursos naturales y hasta los cielos y mar territoriales. Grandes empresas mineras que extraen día a día millones de toneladas de oro, plata, zinc, hierro, etc., que les produce millones de utilidades, abusan de la evasión y elusión tributaria para no pagar sus impuestos.

Más de 55 mil millones de soles en deudas tributarias debe un grupo de empresas nacionales y extranjeras, que encontraron en la judialización de sus reclamos la fórmula para no pagar tributos. Empresas aéreas con bandera extranjera usan los cielos abiertos hasta con injustas exoneraciones tributarias, promovidas por congresistas peruanos. En el inmenso y rico mar territorial peruano, una gran flota de buques factorías extranjeros succionan los productos marinos que luego de enlatados en alta mar, se comercializan libremente en el mundo. Al pueblo consumidor se le ignora olímpicamente.

Pero otro drama mayor es la depredación de nuestra amazonia, donde mafias organizadas extraen oro por toneladas sin pagar nada al fisco y generan una tremenda contaminación con deforestación. Los bosques son igualmente depredados con miles de hectáreas de tala ilegal que luego se transforma en madera de gran calidad para su comercialización, vía contrabando.

Mientras tanto, los ciudadanos viven a diario la agudización de la inseguridad ciudadana. Asaltos, asesinatos, feminicidios son algunos de los delitos que cotidianamente saturan los noticiarios de radio y televisión.

El número cada vez más creciente de desempleo y subempleo contribuye a ese panorama cada vez más convulso socialmente, a lo que se suma la informalidad de casi el 70 por ciento de la actividad económica nacional. Frente a ese panorama de desaliento, aún no surgen liderazgos que ofrezcan a los ciudadanos un país distinto, reivindicando su historia de luchas y sacrificios de próceres y héroes de la Patria.

El 2021 los peruanos conmemorarán el Bicentenario de su Independencia y fundación de la República, que hoy a gritos parece exigir una refundación con un nuevo contrato social que garantice prosperidad eterna de la Nación Peruana.

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