Esta desagradable frase, revela sin embargo una dura realidad. Aunque los autores difieren en su origen a inicios del siglo XX, todo parece indicar que fue acuñada por el humorista y escritor de cuentos cortos O. Henry, refiriéndose a su refugio en Honduras, escapando de una malversación de fondos que él mismo hizo en Austin, Texas. Su libro “Cabbages and Kings” (Repollos y reyes) de 1904, es un clásico a la hora de hablar de estos temas.

Hoy la expresión ya califica de países bananeros a los políticamente inestables, empobrecidos, atrasado y corruptos; allí donde no se respetan las leyes ni las reglas y se considera casi una virtud saltarse cualquier normativa, porque no se les valora socialmente.

Miremos a nuestro alrededor, veamos la coyuntura de los últimos años, meses y semanas y, hagámonos la pregunta difícil: ¿Es el Perú un país bananero? ¿Lo es Argentina, Ecuador o la Guatemala de las últimas horas, por enumerar algunos ejemplos?

Ya sabemos que no estamos hablando de bananos; estamos hablando de conductas y formas de actuar. Lo último de Guatemala es “banano fresco”, porque apenas sucedió hace unas horas; simplemente las fuerzas de siempre, las que resisten a los cambios así estos vengan del mandato electoral, no quieren entregar el poder que les ha servido para sus tropelías y corruptelas.

Dilatan procesos, colocan barreras y les importa poco hacerlo a vista y paciencia de los invitados internacionales que habían acudido a los actos protocolares. En realidad, lo de Guatemala empezó cuando el Poder Judicial y otros organismos rechazaron el resultado electoral que le dio la victoria a Bernardo Arévalo de León.

Lo de la nación centroamericana no huele bien. Su nuevo presidente juró su cargo con casi 10 horas de atraso, pero le esperan días muy difíciles, que esperamos no terminen en un Golpe de Estado, palabras que suenan muy fuerte entre las paredes del Legislativo del país del quetzal, su ave nacional.

Hace un par de semanas fue la crisis política ecuatoriana y su lucha contra el narcotráfico nacional e internacional y el terrorismo urbano en una alianza estratégica. En Argentina desde que ganó Milei, el kirchnerismo tóxico y corrupto ligado a fuerzas sindicales que han traicionado sus propios orígenes de lucha, le han gritado en todos los idiomas que le harán la vida imposible, con lo cual, quienes pierden son todos los argentinos.

¿Y Perú? Como acertadamente escribe Juan Paredes Castro: “la sola capacidad de decidir, persuadir, imponer y hasta coaccionar en democracia, con la ley en la mano, no trae consigo autoridad. Esta se funda en la honestidad, en la legitimidad (de origen y de la praxis), en la credibilidad, en la buena y convincente comunicación, en el reconocimiento público de propósitos y acciones”.

Dina hace dos años en Davos, hablando mal de la minería -en un país minero- ahora ni manda a su ministro de Economía porque sabe que este no maneja ni la caja chica de su casa, el Premier otra vez en la palestra con sus amiguitas gana-contratos y ahora, 13 meses después presuntamente se confirma que Castillo, Betssy y Aníbal Torres escribieron el discurso golpista.

Sí, somos repúblicas bananeras y no deberíamos estar orgullosos de ello.