Marcos Ibazeta Marino
Author: Marcos Ibazeta Marino
Abogado, docente universitario y expresidente de la Corte Superior de Lima

Marcos Ibazeta

Desde los inicios de esta columna hemos venido advirtiendo de la mutación de las organizaciones terroristas, las cuales, habiendo sido vencidas militarmente, venían desarrollando una exitosa guerra política cuyo objetivo es la captura del poder participando en contiendas electorales pero demoliendo la institucionalidad mediante la infiltración en la base social y en toda la estructura del Estado, para generar a través de las redes sociales y de una prensa manipulable, estados colectivos de insatisfacción que, con organizaciones radicales en las dirigencias de base, se provoquen movimientos de protesta, con paros, tomas de vías, y bloqueo de actividades económicas básicas para el mantenimiento del modelo económico, hasta que la ingobernabilidad se haga manifiesta y pudiera servir como justificante para cualquier cambio de rumbo político y económico.

El objetivo final era trasladar el poder a la muchedumbre destruyendo la pobre institucionalidad democrática. A nadie le importó y casi todos nos acusaron de alarmistas.

En esta secuela cronológica hemos tratado de explicar la razón de la creación de grupos de fachada de las organizaciones terroristas, tanto para lograr el cometido indicado en el párrafo precedente como para iniciar su internacionalización, llevando esta metodología a todos los países latinoamericanos, pero con una organización mucho más vasta, apareciendo primero el llamado Foro de Sao Paulo y actualmente el Foro de Puebla en los cuales se trazan las estrategias de la izquierda radical internacional para la captura del poder.

Tampoco esto le interesó a nadie o a muy pocos hasta que, con lo sucedido en Chile, ya Maduro ha celebrado los logros señalando que los planes del Foro de Sao Paulo habían producido más y mejores resultados que los originariamente planeados. Claro, nosotros aquí estábamos embobados con nuestra guerra entre antiapristas, antifujimoristas, antivizcarristas y anti todo, lo que nos ha conducido a la concentración de poder en el Ejecutivo al que se están sometiendo todos y sin que exista ninguna fiscalización.

El tercer tema que hemos presentado por aquí fue el de la gobernabilidad y gobernanza, requiriendo la primera una sólida institucionalidad y la segunda de un gobierno eficaz para satisfacer las expectativas populares con el dinero que permitió acumular el actual modelo económico.

Solo nos llenamos de ladrones que se disputan el poder buscando impunidad. No tenemos ni gobernabilidad ni gobernanza. A nadie le importó, pero, con lo sucedido en Chile, miremos con mayor atención este problema. Los dictadores no dejan el poder cuando llegan a él.

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