Que el Congreso se haya desprestigiado tanto, tal hecho no autoriza al Presidente a pretender utilizarlo como una mesa de partes para que apruebe lo que el Ejecutivo proponga, porque, además, las propuestas hechas por el Gobierno con el apelativo de “reformas”, ni siquiera constituyen reformas en sí y de su texto se puede sospechar que tampoco tendrán éxito alguno.
Tal vez sea tiempo de que alguien en el Ejecutivo revise la Constitución respecto a la independencia y equilibrio de poderes, porque si el Presidente quiere imponerse, ya no solo sobre el Congreso, pues antes lo hizo con la Fiscalía al retornar abruptamente de Brasil desairando al presidente Bolsonaro, y también de manera indirecta con el Poder Judicial, aprovechándose de los audios que mostraban la suciedad del tráfico de influencias entre el Poder Judicial, Fiscalía, ex Consejo Nacional de la Magistratura, empresariado y políticos del Legislativo y también del Ejecutivo; si el presidente, decimos, quiere imponer su voluntad sobre toda la institucionalidad estatal, ya estaríamos ante la antesala de un nuevo quebrantamiento del Estado de Derecho en el país.
Todos en el Perú queremos reformas que cambien este desastre institucional, pero reformas en serio que no consistan solo en cambios de nombre de alguna institución y el nombramiento de nuevos miembros en la misma, porque eso se ha venido haciendo desde hace décadas y la situación no ha cambiado en nada.
El Ejecutivo no se ha reformado ni ha iniciado un proceso reformista serio para evitar que vuelva a suceder lo que estamos viviendo hoy con los casos Odebrecht, OAS, Lava Jato, en general con la corrupción desbocada por todas las entidades estatales.
El Ejecutivo no ha iniciado una seria reforma del Estado ni como propuesta ni con actos que promuevan el consenso que, a su vez, garantice una legitimidad sociopolítica muy amplia, pues la imposición de reformas por parte de un sector sobre otros sectores de dimensiones similares no tiene viabilidad en el futuro.
Tampoco se ha reformado el sistema para la reconstrucción del norte del país, como no se ha avanzado nada para promover inversiones y solucionar conflictos como Las Bambas y lo que se viene sobre peajes.
La “reforma” del sistema de justicia solo cambiándole el nombre al CNM y designando integrantes de la hoy JNJ, ha resultado un fiasco nonato aún.
Los paseítos del Presidente hacia el Congreso ya no sirven de nada. Hoy queremos un gobierno eficaz y efectivo con liderazgos integrales.
