Italo Sifuentes

¿Qué medicina utilizaban los patriotas para vencer las enfermedades que pudieran contraer mientras luchaban por la Independencia del Perú y de América del Sur?

Una de las respuestas se remonta al 29 de agosto de 1818, fecha en que el cirujano mayor del Ejército de los Andes, coronel Diego Paroissien, remitió en un oficio la relación de las medicinas que se requerían para el funcionamiento de un hospital de campaña militar. Solo abastecidos de medicamentos, los doctores podían autorizar entrar en combate.

El oficio fue dirigido al general Antonio González Balcarce, quien a su vez tenía como superior al general José de San Martín, general en jefe de dicho ejército del 1 de agosto de 1816 al 20 de setiembre de 1822, es decir hasta 14 meses después de declarada la independencia de nuestro país en base a toda clase de sacrificios. Como se sabe, la independencia del Perú se proclamó el 28 de julio de 1821.

Las recurrentes

La relación de las medicinas solicitadas por el doctor Diego Paroissien resulta revelador a qué enfermedades los patriotas temían enfrentar, ya sea por su recurrencia en acciones propias de la guerra o por efectos de la alimentación y del contacto con nuevas geografías con sus propias altitudes, temperaturas, animales y vegetaciones.

Según la relación del Ejército de los Andes, la medicina utilizada por los patriotas incluía álcali volátil, éter sulfúrico, piedra infernal, ácido sulfúrico, ácido nítrico, ácido muriático, entre otros químicos divulgados en este artículo.

La lista de medicamentos era amplia. Incluyó cremor tártaro, para las infecciones urinarias, acidez estomacal y la artritis. También jalapa en polvo, recetada como laxante y, para problemas de la piel,  el ruibarbo.

Ante escenarios pocos predecibles, era mejor prever y llevar a los combates y batallas lo que hasta esos años se conocía como lo mejor en medicación como resultado de pruebas, ensayos y casuística ocurrida durante siglos en los países del Viejo Mundo.

Tratado de Materia Médica

En América, en esos años del siglo XIX, liberarse de la corona española incluyó contar con estas medicinas utilizadas por el Ejército de los Andes y, claro, las cuales como es natural fueron usadas por los ejércitos realistas y la población civil que habitaba estos territorios en tanto el conocimiento científico era difundido y compartido de continente a continente a través de los barcos y de los libros traducidos a diversos idiomas.

En este capítulo de nuestra historia, un libro del doctor William Cullen resulta clave para la comprensión y utilización de la medicina durante la Independencia: Tratado de Materia Médica, publicado en inglés en 1789 y traducido al español en 1794.

El doctor William Cullen, a la sazón socio de los colegios médicos de Londres, Madrid, Copenhague, París, Dublín y Filadelfia, recomendaba en su obra que “muchas de las sales y fósiles que suministra el reino mineral dadas en ciertas dosis con método y oportunidad, suelen producir efectos estimulantes, tales son la sosa, la potasa, el carbonato amoniacal, el ácido sulfúrico, nítrico y muriático y otros muchos otros medicamentos sacados del mercurio…”.

Eran buenas novedades, pero también una advertencia en cuanto a que un error podría resultar fatal.

Raíces y arbustos

El cuidado frente a las dolencias y enfermedades hizo que también se contara con los más avanzados conocimientos de la medicina herbal de la época, la cual para muchos en la actualidad no les puede significar íntegramente novedoso pues las plantas, yerbas, raíces y arbustos aquí nombrados todavía se usan en el Perú y en diversas partes del mundo. De hecho, tras cientos de años la evolución del conocimiento en cuanto a sus propiedades permite todavía contar con ellos ahora y a futuro.

ITALO SIFUENTES ALEMÁN

Espacio Publicitario