¡Adiós, C. Alan garcía!
Este columnista fue crítico de Alan y él lo sabía. Pero jamás se le cuestionó sin fundamento o razón, y nunca se recurrió a los insultos porque procedimos como a él le gustaba, con dialéctica y lógica.
Para quienes lo conocimos, su resolución suicida adoptada el 17 de abril fue una posibilidad real e inmediata, sobre todo desde que pasó la valla de los sesenta años de edad y conforme avanzaba el tiempo el sacrificio aparecía con más energía en su diario discurrir: tomar su revólver para acabar con su vida antes de verse humillado frente a una comparsa integrada por una ONG rapaz, politizada e ideologizada, por fiscales inestables emocionalmente y por la cobertura del actual inquilino de Palacio quien, pese a ser hijo de un militante aprista, no deja de ser un advenedizo en la política.