La muerte que partió al país
Los funerales de todo ser humano son momentos de reflexión, de perdón, de acercamiento a los demás en busca de comunión. Momentos en que emergen la grandeza o la pequeñez de quienes lo sobreviven. Momentos en que los enemigos se reconcilian con la memoria de aquel con quien se enfrentaron. Momentos en que se abren las puertas de la posteridad o del olvido.
Por eso, ver a un niño de catorce años lleno de odio mandando echar a un expresidente de la República del velorio de su padre o a los copartidarios de este rechazando arreglos florales solo porque eran enviados por adversarios políticos del fallecido, nos produjo, a los demás peruanos, un tremendo desconcierto.