Trabajar cansa: Crónica desde la posverdad
Soy freelance. No tengo jefes ni editores pero tampoco cuento con derechos laborales. Desde Fujimori soy un recursero. Un periodista de información, informal. Cierto, como más del 70 % de trabajadores peruanos. Así, soy un empoderado sin poder gracias a la hinchazón neoliberal. Mi empresa soy yo. Prensado al vacío por la prensa, doy clases de tejidos –husos que le dicen–, aquel trenzado de palabras conocido como escrituras. No sagradas, sangradas por el avance tecnológico que provocaron mi llegada a la electronalidad. De algo estoy muy seguro, al mes no sé cuánto gano. Aquello me mantiene atento en este reino de falsas verdades. Resignado al emprendedurismo, trato de no mentir aunque hay veces que rozo con la posverdad. Soy un pequeño burgués –hubiese dicho, caviar– pero como no tengo dinero, no se nota.