Payaso general
No lo echaremos de menos en el Congreso, donde, en tres años, no produjo ninguna ley que valiera medianamente la pena. Tampoco lo echaremos de menos como figura castrense, porque perdió toda dignidad cuando firmó la nefasta acta de sujeción a Vladimiro Montesinos, hace ya más de dos décadas. No lo extrañaremos narrando, con ese su estilo compadrito y gritón, el próximo desfile de fiestas patrias. Ni siquiera se le echará en falta como personaje cómico, porque definitivamente la imitación que le hace Carlos Álvarez le gana en autenticidad y simpatía.